Tres poemas que pertenecen a la tradición oral de Almería
Historias que se contaban originalmente en los campos de Lucainena de las Torres, Tabernas y Abrucena
Siempre ha sido costumbre aprender de oídas canciones, refranes o historias que se han pasado de boca en boca. Era costumbre entre la gente que no sabía leer o que lo hacía durante la faena. La tradición oral de Almería es muy variada, está llena de romances, leyendas, mitos, cuentos… un extenso legado, la mayoría sin autores, que forma parte de la cultura del pueblo almeriense.
Te dejamos tres poemas de tradición oral originales de Lucainena de las Torres, Tabernas y Abrucena.
La cautiva
«Quítate mora bella,
quítate de ahí mora linda,
para que beba mi caballo
esa agua cristalina.
No soy mora caballero,
que soy serrana cautiva.
Me cautivaron los moros
el día de Pascua florida.
Si te vinieras conmigo
aquí en mi caballo irías.
Y estos pañuelos que lavo,
¿dónde me los dejaría?
Los finos y los de holanda
a mi caballo los subirías,
los que no valiesen nada,
por el río abajo irían.
¿Y mi honra caballero,
que no la tengo perdida?
Te juro por esta espada
que aquí la llevo prendida,
que no he de hablar palabra
hasta los montes de Oliva.
Ya llegaron a los montes
y suspiraba la cautiva.
¿Por qué suspiras serrana?,
¿por qué suspiras cautiva?
Suspiro, porque mi padre
aquí a cazar venía
y a mi hermano Don Alejo
a su lado le traía.
¡Válgame la Cruz de Malta
y la Santa María,
que pensaba traer mujer
y traigo una hermana mía!
Ábreme, madre la puerta,
ventanas y celosías,
que aquí traigo la prenda
que añorabas noche y día.
El padre quedó prendado,
la madre quedó aturdida
al ver que su hijo amado
a su hija le traía.Romance. Tradición oral de Lucainena de las Torres en Almería.
Ya se acabaron las penas
que en aquella casa había,
ya se acabaron las penas,
¡todo se volvió alegría!»
La loba parda
«Estando yo en mi choza
pintando mi cayada,
las cabrillas altas iban
y la luna rebajada;
mal barruntan las ovejas,
no paran en la majada.
Vide venir siete lobos
por la oscura cañada.
Venían echando suertes
cuál entraba en la majada;
le tocó a una loba vieja
patituerta, cana y parda,
que tenía los colmillos
como puntas de navaja.
Dio tres vueltas al redil
y no pudo sacar nada;
a la otra vuelta que dio,
sacó la borrega blanca,
hija de la oveja churra,
nieta de la orejisana,
la que tenían mis amos
para el domingo de Pascua.
¡Aquí mis siete cachorros,
aquí, perra trujillana,
aquí, perro el de los hierros,
a correr la loba parda!
Si me cobráis la borrega
cenaréis leche y hogaza;
y si no me la cobráis,
cenaréis de mi cayada.
Los perros tras de la loba
las uñas se desmigajaban.
Siete leguas la corrieron
por unas sierras muy agrias.
Al subir un cotarrito
la loba ya va cansada:
tomad, perros, la borrega,
sana y buena como estaba.
No queremos la borrega,
de tu boca alobada,
que queremos tu pelleja
pa el pastor una zamarra;
el rabo para correas,
para atacarse las bragas;
de la cabeza un zurrón,
para meter las cucharas;
las tripas para vihuelas
para que bailen las damas.Romance. Tradición oral de Tabernas en Almería.
Hubo fiesta en la majada,
los zagales y zagalas
unos con otros bailaban
y en el olivo más grande
la loba estaba colgada».
El respeto a los mayores
«A la edad de once años
perdí a mi madre querida,
y entrando en los setenta
mi padre perdió la vida.
Pero he tenido el consuelo,
lo digo de corazón,
que a mi me tocó un suegra
de lo bueno, lo mejor.
Tratad bien a los ancianos,
con un amor singular,
pensando en que nosotros
caminamos hacia allá.
Algunos les llaman viejos,
sin detenerse a pensar
que aquel que no llegue a viejo
la vida le ha de costar.
Y cuando ven a un anciano
por la calle pasear,
lo miran y luego dicen:
«Ese viejo, ¿dónde irá?»
Sin pensar que aquel anciano
que por nuestra vera pasa,
seguro que sale a la calle
por no estorbar en casa.
Déjalo andar a sus anchas,
en su propio domicilio.
Déjalo siempre sentarse
en su sitio preferido.
Haced siempre las labores
cuando él en casa no está
y jamás debéis decirle:
«Póngase usted para allá».
No ponerle mala cara,
ni tampoco reprender
si algo se le cae al suelo
a la hora de comer.
Cuando fuma su pitillo
y se le cae ceniza al suelo,
no debéis nunca decirle:
«¡para qué está el cenicero!
Cuando ocurren estas cosas,
solo debemos pensar
que esto es cosa de los años,
él no quiere molestar.
También para ciertas cosas
se les debe consultar,
hacedle ver con agrado
que es patriarca del hogar.
Las hijas, con cariño
les dicen a sus mamás:
«¿quién te manda a ti hacer eso,
es que no te puedes sentar?
Ya has trabajado bastante,
ahora a descansar.»
No se dan cuenta del daño
que les acaban de causar.
La anciana piensa muy triste:
«ya no sirvo para ná,
mi hija ya no me quiere,
tan sólo vengo a estorbar.»Deje a la abuela tranquila
y nunca le digas nada,
que sea ella quien decida
si hacer algo o estar sentada.
Aquel cuento que de niña
mis mayores me contaron
yo os lo voy a decir,
porque es bueno recordarlo.
(Y ahora el cuento del abuelo)
Romance. Tradición oral de Abrucena en Almería.
«Había una vez un señor
cargado de muchos años,
le temblaba el pulso
y rompía muchos platos.
Tantas broncas recibía
aquel pobre hombre de su nuera,
que su propio hijo le hizo
una taza de madera.
Desde aquel día el anciano,
ordenado por su nuera,
pasó a comer a un rincón
con su taza de madera.
Su nieto que lo presenciaba,
como quería mucho a su abuelo,
fue y le dijo a su mamá,
muy tranquilo y muy sereno:
«Voy a buscar un madero,
que quiero haceros dos tazas,
una a ti y otra a papá
para cuando seáis abuelos.
Desde aquel día el anciano
volvió a sentarse en su silla,
y comió en plato de loza
sacado de la vajilla».
Fuente:
- Martín Martín, Gabriel J. ‘Romances y leyendas del interior. Almería’.