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Una imagen vale más que mil palabras

Paco Calavera reflexiona sobre el uso que le damos a las redes sociales

Las redes sociales son como ese amigo insoportable que no para de meterte en líos y que te hace quedar mal siempre. Todo el mundo le detesta, pero todos tenemos uno.

Desde la irrupción de Facebook hace ya más de diez años, a todos se nos cayeron las caretas. Los primeros aquellos que no tienen redes sociales. Sabes perfectamente quiénes son porque no dejan escapar la más mínima oportunidad para presumir ante todos los presentes de que ellos no tienen “de eso”. En esto son iguales que los que no tienen televisión o no la ven. Ni un día sin dejarlo claro a los demás. Normalmente son los mismos. El argumento que suelen usar es que “no les interesa la vida ni la opinión de los demás”, como si dicho comentario a ti te interesara lo más mínimo. Se comportan como ese imbécil al que tuviste que silenciar para no pelearte con él en facebook, pero de forma analógica.

Luego está el resto de la humanidad, que somos todos los que sucumbimos al juguetito de Silicon Valley. Que si yo lo hice por trabajo, que si yo por seguir sólo a mis familiares… Todos nos justificamos, consciente o inconscientemente, como un pecado que no nos quedó más remedio que cometer.

Lo cierto es que no hay red social que no saque lo peor de nosotros mismos, pero al igual que el alcohol, la droja o el Top 50 de España en Spotify.

Sin miedo a equivocarme, Facebook es la que peor imagen tiene en este momento. Además de entregar hasta nuestra marca de calzoncillos a Cambridge analítica (lo sé por el documental de Netflix), nos ha proporcionado una ingente cantidad de nuevos personajes en la tercera temporada de nuestra vida.

Tienes al demócrata puro, ése que se cree con derecho a expresar sus ultraprogresistas ideas políticas en cada post que escribes, reivindicando “que aquí no se bloquea a nadie porque esto es una democracia”. No, chaval, no. Facebook es una empresa con unas reglas. Una de ellas es que uno puede bloquear a quien le salga de las narices sin la más mínima explicación. Es una regla a respetar. Sin tan demócrata eres, deberías saber que sin Constitución no hay democracia. El bloqueo es tan lícito como el vídeo de gatitos. ¿No te gusta? Pues vete a California, monta tu propia empresa tecnológica y crea tus propias reglas.

Luego tienes al del sentido común. Presume de ser más respetuoso que nadie y pide escuchar a todos, piensen como piensen. Lo bueno es que ya no engaña nadie. Convirtió Facebook en Facevox y está convencido de que en ‘Malditos bastardos’ al final ganaron los malos.

En definitiva, Facebook nacería en Silicon Valley, pero huele a tasca rancia de pueblo.

Twitter e Instagram

Después tenemos Twitter, la gran perdedora de las redes sociales. Un coñazo absoluto hasta para los que más la usamos.

Y finalmente Instagram, la perfección hecha red social. No sabes cómo piensan, sí como viven. Es perfecto. Primero porque basta ver cómo viven para saber cómo piensan. Y no hay chapas de texto. Como mucho la foto de alguna frase pretenciosa en algún azucarillo, pero poco más. Si acaso alguna reflexión pretendidamente poética y pretenciosa como pie de algún cuerpazo semidesnudo. Es la gran exhibición física, #la #muerte #del #intelecto. Perfecta para estos días que vivimos, llenos de líderes mundiales tan elocuentes como los niños de parvulario.

Te permite reírte a carcajada limpia con los que pretenden hacerte creer que viven de lujo siendo tus vecinos o frustrarte al comprobar que absolutamente todo el mundo tuvo mejores vacaciones que tú. Una especie de pocilga en la que todos nos revolcamos. Y hasta tiene su lado divertido.

Me quedo con un verso extraído de uno de mis discos favoritos, el ‘Enemigos íntimos’ de Joaquín Sabina y Fito Páez. “Muera el futuro, pasado mañana es ayer”. De la canción ‘La vida moderna’. Sí, como el programa. Sí, Broncano es muy bueno.

Puedes leer más artículos de Paco Calavera en Almería Is Different.

Paco Calavera

Soy comediante, payaso, titiritero, bufón y más cosas que me voy a callar.

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