Slow fashion: la moda de usar y tirar se pone en tela de juicio
Los diseñadores Lola Laumar, Fabián Ozán y Almeriane hablan de la "moda lenta" y sostenibilidad en 'Costa de Almería Fashion Week'
Moda rápida, fast fashion o como lo quieras llamar. Los diseñadores Lola Laumar, Fabián Ozán y Almeriane hablan en la primera mesa redonda de ‘Costa de Almería Fashion Week Digital 2020’ sobre este fenómeno que provoca, entre otras consecuencias, que el sector de la moda sea la segunda industria más contaminante del mundo.
Según la ONU, en 2019 esta industria era la responsable del 20 % del desperdicio total de agua a nivel global. Por su parte, la producción de ropa y calzado provoca la emisión del 8% de los conocidos gases de efecto invernadero. Mientras esta tendencia avanza, Lola, Fabián y Almeriane hablan de las ventajas que supone el slow fashion frente al fast fashion. ¿Esta manera de consumir hace peligrar la sostenibilidad? ¿Cómo es el perfil del consumidor de moda en la actualidad? ¿Apostar por moda sostenible es costoso? Veámoslo.
Una moneda de doble cara
Nos emocionamos cuando encontramos un jersey a 10 euros y seguidamente pensamos, ¿para qué gastar más? Pero nos cabreamos cuando empieza a salirle “bolitas” al cabo de un par de semanas de uso. Según Lola Laumar, el fast fashion no es nada más que “el consumo de ropa vertiginoso y la forma de fabricar acelerada”. Una cultura de consumo que, como decíamos, agrava la situación medioambiental del planeta en la actualidad. “Hay que recuperar las prendas atemporales y el fondo de armario”, decía Laumar.
Fabián habla de esta tendencia como una costumbre impuesta, una cuestión de educación. La cultura del consumo que provoca en la persona un estado de ansiedad por no tener en su armario las últimas tendencias. “Una prenda que hoy la ves en una tienda, dentro de quince días ya no está porque las colecciones se lanzan prácticamente cada medio mes”.
El slow fashion, por el contrario, permite brindar al consumidor ropa de calidad con vida útil. Fabián recuerda que, cuando era niño, solía coger prestada la ropa de sus amigos y estos hacían lo mismo. Así podían estrenar “modelito nuevo” sin necesidad de comprar más prendas. “Aunque parezca que es más cara una prenda de calidad en realidad, a largo plazo, es una mejor inversión que la ropa de fast fashion”.
Es importante volver a reeducarnos y que, al comprar, conozcamos el origen de la prenda. Quién la ha fabricado, qué materiales ha utilizado, cuál es el coste real de la misma. Interiorizando que comprando una camiseta nueva cada 15 días estamos contribuyendo a la contaminación del planeta.
Almeriane añade que “poco a poco se han creado robots con uniforme, todo el mundo va vestido de la misma manera y se ha perdido la calidad de tener personalidad en tu armario […] esto es sencillamente una forma de educación”.
Esta tendencia, según Lola, crece con el empleo incesante del móvil en nuestra vida diaria. Las personas solo tienen que descargar la app de su tienda favorita y esta última se encarga de bombardear todos los días al usuario con la llegada de nuevas prendas. Con tan solo un click puede hacerse con lo que quiera. La facilidad se viste de tecnología.
Nuevas necesidades
Las generaciones actuales sin duda apuestan por el fast fashion y no por el slow fashion, y así lo constatan los tres diseñadores. “Ahora tenemos una necesidad constante de sentirnos bien con la adrenalina que nos da estrenar ropa nueva”, añadía Fabián.
Se trata de una cuestión de educación. Hemos aprendido a sentirnos así. Contentarnos cuando sumamos algo nuevo a nuestro armario; la búsqueda de parecernos a alguien mientras nos deshacemos de nuestra propia personalidad. Fabián decía “que hay que reeducar la moda y ponerla en valor” mientras sus compañeras diseñadoras asentían con ímpetu.
Almeriane añade que el consumidor de Francia, por ejemplo, es distinto al de España. Allí existen muchas tiendas de segunda mano y lo normal es que, aunque tengas mucho dinero, vayas en busca de prendas originales para completar tu armario en este tipo de tiendas. “La prima de mi abuela, que trabajaba para Nina Ricci, tenía ropa de Chanel y otras firmas, pero lo mezclaba con un vaquero…[…] son valores que se han perdido”.
La moda se viste de ética
Son varias las condiciones que se deben poner en práctica para llevar a cabo moda sostenible. Las bases de este modelo de negocio se asientan en el reducido impacto medioambiental de los materiales empleados, la conservación de los recursos naturales, la reducción de la huella de carbono y el respeto por las condiciones laborales de los empleados que participan en el proceso.
Y ahora llega la siguiente cuestión. ¿Es la moda sostenible y el slow fashion rentable para el consumidor? Los tres diseñadores coinciden en que sí. Pensémoslo. Podemos elegir entre dos camisetas distintas, la primera tiene un precio de 10 euros, la segunda de 40. La primera te durará 5 lavados, la segunda muchos más. A largo plazo, la inversión en la segunda camiseta será más rentable que la de la primera. Sin obviar los costes medioambientales que supone confeccionar la prenda en el primer caso.
Fabián creía que en su taller no era sostenible, hasta que una persona le dijo “tú eres más sostenible de lo que crees”, pues si los diseñadores venden sus prendas a consumidores locales, estas no necesitan de transporte para llegar a una tienda que se encuentra en el otro extremo del mundo.
¿Cambiaremos esta forma de consumir algún día? Sin duda se trata de un proceso lento. Reeducar y cambiar nuestras costumbres no es fácil, pero con esfuerzo y conciencia de las decisiones que tomamos podremos contribuir a huir de este consumo incesante un poco más.