Gastronomía

Azufaifas, el sabor del final del verano

Su temporada dura un suspiro y se pueden consumir frescas, secas, encurtidas y fermentadas en bebidas alcohólicas

La temporada de las azufaifas dura un suspiro. Aparecen a finales de agosto o principios de septiembre para decirnos que el verano se acaba y tras unas pocas semanas ya no vuelven hasta el año siguiente. Es una de mis frutas favoritas, especialmente cuando se trata de frutos pequeños, del tamaño de aceitunas. Cuando está un poco verde recuerda al sabor de la manzana, con cierta acidez y de textura crujiente. Al madurar se vuelve más dulce, blanda y su sabor recuerda al del dátil maduro y un poco a frutos secos.

Las azufaifas también se conocen como dátiles chinos. Son los frutos del Ziziphus Jujuba, un arbusto originario de Asia central. Es un árbol que tolera bien el calor y la sequía, por lo que hoy día se cultiva en zonas áridas de todo el mundo. Quizás por eso Almería y Murcia son uno de los pocos lugares de Europa donde se cultiva, desde hace siglos, esta especie, aunque es posible encontrarlos desde Málaga hasta la Comunidad Valenciana pasando por las Islas Baleares. Además, en Almería una investigación constata los beneficios del azufaifar, el cual aumenta la resiliencia del ecosistema contra el cambio climático.

Y aunque en Almería se la conoce como azufaifa, en otros lugares recibe nombres como achifaifa, achuchaizo, chincho, gínjol, jujuba o zofaifo, entre muchos otros.

A tope de vitamina C

En cuanto a sus propiedades nutricionales destaca por la cantidad de vitamina C, de la que contiene, en crudo, 69 mg. por cada 100 gr. de fruta. Algo más que naranjas. mandarinas o tomates.

Las azufaifas se consumen frescas, secas, encurtidas, en pasteles de arroz y fermentadas en bebidas alcohólicas. Quizás por su corta temporada o por el hueso central del fruto, no es fácil encontrarla en los platos que elaboran los cocineros de la provincia, aunque sé que el chef David Sorroche hace una Vichysoisse de azufaifa con alcachofas crujientes que me encataría probar. Sin duda hay una oportunidad de diferenciación para los cocineros que se atrevan a utilizar esta fruta en sus creaciones.

Estos días puedes encontrar azufaifas frescas en algunos puestos del mercado central y algunas fruterías de barrio o, todo el año, secas en tiendas chinas de alimentación como Frutería Yin, en Artés de Arcos. Y si antes decía que prefiero las azufaifas del tamaño de una aceituna es porque tal vez encuentres a la venta otras más grandes, como una ciruela, que realmente se conoce como ber indio y procede de un arbusto, el ziziphus mauritania, que es de la misma familia. Esta fruta me agrada menos. Tiene menos sabor y al ser de textura más harinosa me agota rápidamente.

¿Era Pedro Reyes el que hacía un chiste que decía “Azufaifa se llamaba la madre…»?

Curro Lucas

Periodista especializado en gastronomía y nutrición por la Universidad Complutense de Madrid, escribe desde hace años casi en exclusiva de gastronomía y viajes. Forma a periodistas y blogueros de todo el mundo a través de la plataforma digital The Foodie Studies y le encanta cocinar para los amigos. También tiene (abandonado) un blog de recetas y rocanrol que se llama Recetas en Tres Acordes. Ha viajado por 20 países y le sabe a poco.

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