Perdona que no me levante
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Las moscas no molestan

Cuántas veces habremos escuchado la frase “yo no he matado una mosca en mi vida”. Como si matar una mosca le confiriese a uno inmediatamente el sambenito de asesino o psicópata. De ello da buena fe el récord Guinness obtenido por Juan Pérez Alcántara, natural de Palma del Río, provincia de Córdoba, que el día 22 de Agosto de 2012, uno de los peores años de la crisis económica, batió la marca de matar dípteros que hasta entonces había estado en manos del guarda del parque nacional del Serenguetti, Endombo M´nue con un total de 94 en 6 minutos de tiempo. El cordobés pulverizó los contadores y obtuvo 112 derribos en 5 minutos y 25 segundos. “Entre caña y caña fue”, declaró el vecino de la localidad cordobesa de Palma del Río, que aquella jornada tuvo que soportar un termómetro de 48 grados a la sombra.

“Cuando el diablo no tiene nada que hacer con el rabo mata moscas”, nos relata el refranero, refiriéndose a aquellas personas que pierden el tiempo en cosas inútiles. La pregunta es ¿deberíamos dejarnos comer por las moscas, deberíamos matarlas mostrando nuestro desacuerdo con ellas para que se den por enteradas, o tan solo deberíamos limitarnos a espantarlas? Mucha literatura científica después hemos de rendirnos a la evidencia: ¡no se sabe!

Siempre relacionamos la pérdida del tiempo como una inutilidad, porque lo cosificamos, lo numeramos, lo vestimos con brazos mecánicos y articulaciones de sexo binario triple, pero perder el tiempo está de puta madre, sobre todo porque el tiempo, algo tan etéreo, no pertenece a nadie.

El diablo mata moscas y las amaestra, que no se olvide. Pero que tampoco se olvide que aquel que pone insecticida en todas las habitaciones es un asesino, aunque sea el insecticida el que se esté cargando los bichos por él. A dónde, a dónde vamos a llegar, me están doliendo extraordinariamente los insectos. Con sus patas, con sus minúsculos ojos, que me miran, que me rozan, que me palpan. Me están doliendo extraordinariamente los insectos. Con sus diminutas antenas, detectándome, desde la farola, desde la bombilla, me espían, me asaltan. Los insectos de las noches, de las interminables noches, con sus minúsculos zumbidos, y sus alas, que me miran, que me turban, que me arrastran. Los insectos.

Definitivamente, las moscas no molestan, nunca han molestado, ellas estaban antes que nosotros , justo después del gran y primigenio pedo fundador. Allí estaban ellas, danzando como locas a causa del perfume. La culpa es del diablo, que confunde, que enmaraña, que hace legión. Pastoreo.

Fernando Labordeta

Fernando Labordeta Blanco (1972) lleva dedicado activamente al hecho artístico desde 1991. En este tiempo ha escrito libros de poesía y pensamiento, artículos periodísticos, obras dramáticas, canciones, diseñado exposiciones, libros y carteles, actuado con diversas compañías andaluzas, pintado cuadros, dirigido obras de teatro y talleres. Entre sus libros publicados cabe destacar: 'dueto', 'el gran sur', 'itinerante', 'lenguaje teatral', 'música de fondo', 'el vientre de las nubes', 'poemas para Erlinda'. Cabe mencionar, aparte de la mencionada trilogía, las siguientes obras de teatro estrenadas: 'Los locos: una hora de amor', 'obra de arte', 'infierno', 'Paloma y Adrián son pareja formal'. Para los alumnos del máster de pedagogía artística de la universidad de Almería escribió la conferencia 'El lugar de la representación'. Tanto en el terreno literario como actoral ha recibido diversas menciones y premios.

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