Gastronomía

Oda al chorizo al infierno

porque al chorizo hay que ponerlo al fuego

Siempre me ha gustado jugar con fuego. De niño con fuego real, ese con el potencial de convertir una travesura en una tragedia de proporciones bíblicas. De adulto juego con otro tipo de fuegos (relaciones, aficiones, trabajo…) que aunque no veas la llama pueden quemar con igual ferocidad. Quizás, por estas tendencias autodestructivas, de niño me gustaba pedir de tapa chorizo al infierno. Disfrutaba siendo el hacedor principal de mi comida, como una sensación de empoderamiento infantil. Imagina lo que dirían hoy día, con la infancia hiperprotegida, de unos padres que dejaran jugar con fuego a su hijo en el bar. Antes no pasaba nada, porque si te quemabas aprendías una lección y además te llevabas una colleja, por idiota.

Pasados los años, sigo gozando al ver las llamas bailando alrededor de la carne, la grasa crepitando al caer sobre el alcohol, la mancha que el chorizo deja en el pan al retirarlo del pincho… Un placer absoluto, oiga. Y por alguna razón que desconozco el chorizo al infierno ha pasado de la popularidad a ser una tapa en peligro de extinción. En el último año solo la he visto en cinco bares: Café París (Paseo Marítimo), Bella Ciao (Calle Trajano), La Colina (Calle Granada), La Piedra (Calle Italia) y La Pepa (Calle Jovellanos)

Jugar con fuego

No sé si simplemente ha pasado de moda, si hay algún tipo de prohibición a encender fuegos en según qué entornos, si hemos quemado ya a demasiados turistas en Andalucía o si la «violencia vegana» (guiño, guiño) empieza a conseguir sus primeras conquistas…

Pero al margen de percepciones personales, el chorizo al infierno es una tapa sencilla, barata (para el hostelero), tradicional. Un cuenco de barro, un trozo de pan, un chorizo atravesado por un pincho metálico y alcohol de quemar como combustible.  Sin olvidar un plato cerca por si el cliente quiere ahogar el fuego antes de que se extinga por su cuenta.

Un chorizo al infierno es una metáfora perfecta de lo que nos gustaría hacer con los corruptos ladrones que se han refugiado como garrapatas bajo la teta de las instituciones públicas

Lo tiene todo para ser una tapa estrella en Almería, incluso en esta época en la que la salud nos obsesiona por encima de todas las cosas. Solo hay que hablar con cualquier hostelero para saber que las tapas con carne de cerdo (hamburguesas, tocineta, carne con tomate y pincho) son las que más salen. De hecho, el chorizo, sea al infierno o no, seguramente sea uno de los productos que más años lleva presente en las barras españolas como tapa.

Chorizo universal

Aunque no nos equivoquemos, el chorizo al infierno no es una tapa exclusiva de Almería. Es conocida en toda Andalucía, y en muchos puntos de España como Galicia, Castilla León y casi toda la cornisa norte e incluso en varias zonas de Portugal. .

Además, el chorizo al infierno está cargado de significado en tierras de educación católica. El infierno es el castigo de los pecadores. Un chorizo al infierno es una metáfora perfecta de lo que nos gustaría hacer con los corruptos ladrones que se han refugiado como garrapatas bajo la teta de las instituciones públicas.

#ChorizoalinfiernoRules

Llegado a este punto reivindico que el chorizo al infierno vuelva a las cartas de tapas de Almería. Pero que vuelva en condiciones. Con chorizo de calidad ligeramente picante, con brandy en lugar de alcohol de quemar, y con un pan digno de recoger la jugosa carne ajusticiada por el diablo.

Una doble función para este 2019… reivindicar una tapa tradicional coincidiendo con la capitalidad gastronómica y un mensaje de advertencia al corrupto, aprovechando que ha sido año de elecciones.

¿Estás de acuerdo? Pues comparte este post en tus redes sociales con el hashtag #ChorizoalInfiernoRules y de paso cuéntanos en qué otros bares de Almería puedes tomarte esta tapa.

Curro Lucas

Periodista especializado en gastronomía y nutrición por la Universidad Complutense de Madrid, escribe desde hace años casi en exclusiva de gastronomía y viajes. Forma a periodistas y blogueros de todo el mundo a través de la plataforma digital The Foodie Studies y le encanta cocinar para los amigos. También tiene (abandonado) un blog de recetas y rocanrol que se llama Recetas en Tres Acordes. Ha viajado por 20 países y le sabe a poco.

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