Agricultura

Caña de azúcar, el dulce pasado de la industria almeriense

En algunos lugares de la provincia, especialmente en Adra, tuvo una gran importancia el cultivo y la producción de sacarosa a partir de esta planta

El azúcar tiene mala fama hoy en día, y algunos alimentos contienen un insalubre exceso de azúcar. Pero antiguamente se comía en caña, y es que se apreciaba como un dulce que nos regalaba la naturaleza. ‘La cañadú’, como se nombraba antiguamente, era un dulce snack que se comía a bocados. No era más que la pulpa de la caña de azúcar, cuya fibra se masticaba hasta extraer el jugo que contiene la misma.  En algunos lugares de la provincia, especialmente en Adra, se desarrolló una gran red industrial en torno a la obtención del azúcar a partir de la caña. Partiendo de su cultivo, que necesita abundancia de agua y un buen clima. Unas condiciones prácticamente tropicales donde no haya heladas que la vega de Adra reunía.

Las azucareras de Adra fueron, hasta mediados del siglo XX, uno de los motores económicos del poniente almeriense. Era un cultivo muy rentable, porque una vez trasformada la caña en azúcar era un producto muy demandado. Pero el cambio que paulatinamente se iba gestando en el sector agrícola, y la caída de precios de la caña de azúcar, causó un descenso de la producción azucarera. Aun así, desaparición de esta industria, no borra la huella que estas fábricas dejaron en esta localidad y en la historia de la provincia.

La ‘Azucarera La Gloria’ o ‘Ingenio de San Nicolás’ fue fundada en 1872 por la empresa malagueña ‘Catell e hijos’. Esta fábrica fue pasando por varias manos, hasta que en 1903 pasa a formar parte de la sociedad azucarera española. Su poder de compra y los bajos precios pagados por la caña mondada hizo que las familias abderitanas tuvieran la necesidad de buscar una alternativa.

Azucarera de Adra

La ‘Azucarera de Adra’ fue esa alternativa, y es el último vestigio del cultivo y transformación de la caña de azúcar en la vega abderitana. Se trataba de una sociedad anónima que comenzó a funcionar en 1910 y que operó hasta la década de los sesenta dejando atrás una etapa crucial en la historia de Adra. La maquinaria y aparatos de esta fábrica fueron trasladados a una azucarera de Badajoz. Parte su edificio fue rehabilitado para su conservación y puesta en valor, y actualmente se conserva como monumento y sus salones se alquilan por el ayuntamiento para la celebración de eventos. Un edificio que mantiene vivo un pasado de esplendor económico para la ciudad y sus habitantes.

Pero estas azucareras no fueron las únicas que desarrollaron su actividad en el municipio abderitano. Entre medias, la ‘Azucarera Hermanos García Carmona’ inició su corta andadura en 1882, quebrando dos años después y dejando un reguero de deudas entre las familias de agricultores abderitanas. Así, esta industria se subastó, convirtiéndose finalmente en la fábrica de conservas Santa Isabel.

Así, la última fábrica de Adra dedicada a la obtención de azúcar fue la ‘Azucarera Nuestra señora de la Aurora’. La mas pequeña de las cuatro, esta pequeña fábrica de azúcar se situaba en La alquería, a unos pocos kilómetros del centro de Adra y no consta producción más allá de 1904.

La ‘azucarera de la vega’

En la capital de provincia también se desarrolló una industria azucarera. ‘El Ingenio de Montserrat’ se inauguró en 1885, pero fue un proyecto que no arraigó porque los agricultores de la Vega no se aventuraron a cambiar sus cultivos tradicionales de huerta por la caña de azúcar. A partir de 1904, la Sociedad General Azucarera de España se hizo cargo de la propiedad de esta fábrica que fracasó en la provincia. La puerta de esta fábrica aún se conserva entre el barrio de Los Molinos y El Puche.

El cultivo de la caña de azúcar en Almería supuso una auténtica revolución agraria y económica en las áreas donde el cultivo se fue desarrollando, especialmente en Adra donde existe la ‘Ruta de Las Azucareras‘ que recuerda el recorrido de este dulce pasado industrial.

Nuria Faz

Periodista especializada en información y comunicación científica, y en marketing y comportamiento del consumidor por la Universidad de Granada. Fotógrafa de título y de oficio. Amante de la música y los festivales. El Cabo de Gata es su lugar favorito del mundo, amor que se tradujo en un documental ganador del Premio Nacional de Periodismo Francisco Valdés 2017.

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