Paterna del Río, un manantial de agua pura
Un pueblo de Almería con aguas termales y una gran oferta de turismo activo
Paterna del Río es un pueblecito alpujarreño que comparte rasgos históricos con otras poblaciones vecinas. Es decir, presenta restos arqueológicos e históricos desde la antigüedad hasta la Reconquista. Se desconoce el origen exacto, pero los hallazgos más antiguos son íberos.
La impronta que le da el periodo de Al-Ándalus es ineludible, calles y callejuelas que recorren los cuatro barrios: La placeta, Barrio Alto, Barrio de Enmedio, Fuente del Castaño y Barrio de los Castillos de casa encaladas y pequeños huertos.
Durante la Guerra de las Alpujarras el Marqués de Mondéjar, derrotó a 4.000 moriscos en Guarros (pedanía añadida en el siglo XVI) en 1569. Aben Humeya, jefe de la rebelión, huyó a Paterna de Río y de ahí se escapó a las montañas, dejando atrás a su mujer, madre y hermanas que fueron capturadas.
Con la derrota y expulsión de los moriscos, Paterna fue repoblada por cristianos viejos procedentes de Galicia, con un total de 100 vecinos.
Por supuesto que Paterna del Río también cuenta con su iglesia, la Iglesia Parroquial de San Juan Bautista del siglo XVI, de estilo mudéjar. Esta iglesia ha sido declarada Monumento Histórico Artístico.
En su interior, se encuentra uno de los mejores retablos barrocos de toda la provincia, sin menospreciar el de Laujar de Andarax, que ya hablaremos de él cuando toque.
Desde el mirador de Los Álamos podremos disfrutar de la panorámica de toda la localidad. Pero, si por algo es conocido este pueblo de Almería, es por su agua.
Aguas que curan alma y cuerpo
Sus aguas termales, tienen propiedades minero-medicinales, gaseosas, sulfurosas y ricas en hierro. Será debido a esto que su piscina siempre está muy concurrida. Sus cualidades medicinales, tanto externas como internas están fuera de toda duda.
El río Alcolea, que se abre paso a través de la Sierra Nevada, nos deja hermosos paisajes de castaños y robles que con su quietud y bellos colores (sobre todo en otoño), calman nuestros ánimos, mientras sus aguas ferrosas revitalizan nuestro cuerpo.
El agua es también la culpable del paisajismo, convirtiéndolo en una joya para multitud de actividades al aire libre.
Su paso por la sierra ha transformado el paisaje hasta dejarlo perfecto para barranquistas, senderistas y ciclistas. Cuenta con un merendero junto al río para el bien merecido descanso, desde donde emana una de sus fuentes agrias.
Su sendero más conocido es la Senda del agua. Os dejo este enlace con todas las especificaciones, pero os adelanto que la mejor época será octubre. Es cuando los castaños transforman sus colores y dan sus frutos.
No dejéis de disfrutar de este paraíso natural, que está más cerca de lo que imagináis.
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