Hacer un gazpacho
Un cipote, un cabrón, un gordo, una paticorta, un zambo, una calva, un manco, una coja, un tuerto, una sorda y un chico que tenía seis dedos en su mano izquierda escogió Juan Salmerón de entre las gentes de aquellos pagos para organizar su particular gazpacho. El lugar escogido fue en la umbría de la única ladera que existía en el pueblo.
Organizó unos montículos de ristras de ajos alrededor de la propiedad para ahuyentar a los extraños y a los vampiros. Eso alejaría a los mirones y Juan podría concentrarse en comerles bien la olla a su nueva panda de adeptos. Pasados unos días y minada ciertamente la voluntad del grupo debido a la escasez de agua y el fuerte olor a ajo, nuestro amigo decidió organizar una orgía para cohesionar más al grupo.
Fue un auténtico desastre: el cipote y la sorda no se entendían, el tuerto y la paticorta no se ponían de acuerdo, la coja y el gordo no acababan de pillar la postura idónea, el cabrón y el chico que tenía seis dedos en su mano izquierda no paraban de pelearse, aquello más que una cama redonda parecía un vaso de precipitados, un circo sin jefe de pista, una leonera sin domador, un arca de Noé sin compartimentos. Desechado el sexo en cualquiera de sus manifestaciones comenzaron a realizar cursos de ganchillo, de guitarra clásica, de cerámica, competiciones de petanca con cabezas de ajos… pero fue la construcción de monumentos del patrimonio europeo con palillos de dientes lo que verdaderamente trajo la unión al grupo.
Arquitectura efímera del mondadiente
Aquello era un remanso de paz, todo el mundo estaba concentrado en sus pequeñas arquitecturas: un baldaquino por aquí, una torre inclinada por otro lado, un arco de triunfo, un palacio de Versalles a escala con todos sus jardines y fuentes. Aquel viejo silencio del páramo fue sustituido por el silencio del razonamiento y la cola de pegar. El olor a ajo desapareció como por arte de magia y la secta se convirtió, poco tiempo después, en la primera exportadora mundial de arquitectura efímera del mondadiente. Ya nada volvió a ser igual en Las Pedroñeras, provincia de Cuenca.
El secarral ha vuelto a ser utilizado para hacer macrofestivales de música al estilo de Woodstock, donde nuevas generaciones de jóvenes se dejan el hígado y el dinero de sus padres en cruzcampo y speed. A Juan se le volvió a ver, bajo otra identidad, en tutoriales de youtube. El más conocido de todos: ‘cómo montar un sanitario paso a paso‘.