El Algarrobico: la vida tras el abandono
Vigilantes, perros, naturaleza... los inesperados inquilinos de un hotel fantasma
Los años de burbuja inmobiliaria significaron el final de algunos espacios naturales de alto valor ecológico. Parecía que los hoteles, urbanizaciones y edificios de apartamentos crecían como hongos a pie de playa. En muchos casos, invadieron el espacio protegido de los 100 primeros metros de costa, generando paisajes como los que se pueden contemplar en diferentes puntos de la costa mediterránea. Es el caso de la playa de El Algarrobico, ubicada en el municipio almeriense de Carboneras.
Toneladas de ladrillos que se tuestan al sol de los mejores parajes, formando estructuras como la del hotel ilegal de El Algarrobico. Un lugar abrazado por la rambla de Alías, la Sierra de Cabrera y calas vírgenes, conocido por otras cuestiones ajenas a la naturaleza.
Las paredes del hotel no son las únicas que han presenciado el deterioro de este terreno urbanizado ubicado en el área de protección del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar. Desde el interior del edificio, muchos pisos por encima de la montaña que dejó de ser en 2003, hay quien observa a diario lo que queda de este paraje natural. Ojos que desde la mole de hormigón han presenciado cientos de amaneceres y atardeceres.
Vigilar un hotel fantasma
En el lado izquierdo del edificio, una valla da acceso a una rampa por la que iban a acceder los vehículos. En la actualidad, permite la entrada a los que trabajan allí, los guardias de seguridad. Se esperaba que esta instalación creara más de 300 puestos de trabajo en épocas puntuales, pero solo ha creado dos. Puestos que, cuando el hotel dejó de salir en los medios, quedaron en el olvido.
Una garita con una televisión y un cartel enorme, en el que se observa lo que iba a ser y no fue el hotel del Algarrobico, es la oficina de los vigilantes de seguridad del hotel de El Algarrobico. En la puerta, unos perros alertan sobre cualquier movimiento.
No es la única vida que encontramos dentro del hotel. El Algarrobico lleva trece años en stand by, pero la naturaleza se abre paso dentro: los palmitos, la retama y los juncos aparecen por las esquinas recordando al hormigón que ese terreno no le pertenece.
Afortunadamente, el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar no ha sido una de las zonas más conocidas de España para el turismo por su situación geográfica, lo que ha contribuido a preservar parte de la naturaleza virgen que posee. Riqueza de la que disfruta nuestro desconocido guarda de seguridad, en cuyo móvil se suceden cientos de espectaculares fotos de todos los días que ha pasado observando desde la que iba a ser la terraza principal del hotel. Unas miradas que se van rotando por turnos y se clavan en el horizonte, esperando el paso del tiempo.