Historia de la capilla de la Sagrada Familia y su dedicación al rito bizantino
Una de las muchas joyas arquitectónicas desconocidas de Almería
Nos cuenta La Crónica Meridional que, en 1897 se colocó la primera piedra de la nueva Capilla, que se iba a construir al final de la calle Reyes Católicos de Almería, bajo la advocación de la «Sagrada Familia, Jesús María y José».
Destinada al culto Católico, se edificaría mediante generosidad pública en el solar cedido por el Canónigo José María Navarro Daráx, destinada a misa de los fieles de los barrios de San José y Almadrabillas (nunca ha sido Parroquia), además de, estar destinada a reuniones de la Sociedad de Escuelas Dominicales y de San Vicente de Paul.
De pequeñas dimensiones, con planta de Cruz griega, la Guía de Arquitectura de Almería de 2006, editada por la Consejería de Obras Públicas y el Colegio de Arquitectos de Almería, describe este edificio eclesiástico protegido por el P.G.O.U.
Hoy lo vemos entre medianeras, caracterizando su fachada «mediante huecos apuntados, propios del gótico y elementos compositivos del románico, sin faltar detalles del clasicismo libremente interpretado”.
De su imagen ecléctica destaca la pequeña y elegante torre central cubierta de “ocho gajos«.
Hasta no hace muchos años, la vivienda contigua, hoy despacho de abogados, fue el Convento de las Damas Catequistas, Institución creada por la velezana Dolores Sopeña, que atendían el templo y se dedicaban preferentemente a dar formación a los obreros.
El Obispo Santos Zárate bendijo la Capilla en marzo de 1903. Las imágenes, el Tabernáculo, vasos y ornamentos sagrados, asistiendo como Diáconos estaban: Navarro Daráx y Álvarez Benavides. Cantaron el solemne Te-Deum por el sexteto Sánchez y varios cantores de la capital.
El arquitecto sin rostro
Como veremos, los mejores artistas y artesanos de Almería intervinieron en las obras, cuyos planos y dirección corresponden al almeriense Enrique López Rull (1846-1928). Este «arquitecto sin rostro» (porque sorprendentemente pese a vivir 80 años y dejarnos un prolífico legado arquitectónico, al fallecer sin descendencia ningún investigador ha conseguido aún un grabado o imagen suya), trabajó para la Diócesis.
Fueron proyectadas por él, entre otras, la Capilla dedicada a San Antonio de Padua en Los Molinos, la Iglesia dedicada a San José Obrero en el Barrio Alto (hoy demolida por el deterioro estructural causado en la Guerra) y las Iglesias del Convento de la Compañía de María y de Lubrín, singulares por sus columnas pareadas de fundición.
La pintura salió de los pinceles del entonces Director de la Escuela de Artes e Industrias, Carlos López Redondo (que llegó a tener un Malecón a
su nombre), ayudado por los pintores José García Galott y Joaquín García Robles.
La albañilería estaba a cargo del maestro Juan Roldán Roca, las obras de carpintería de José García Puche y Manuel Alonso y la cantería a mano del Maestro López Redondo y los Oficiales Bartolomé Quesada y José Zapata.
Como Marmolista, Luis Fernández, que trabajó la piedra blanca de las canteras de Cóbdar. El herrero José Soria, el púlpito y confesionario del Ebanista Sr. Ramírez.
Las vidrieras que adornan la fachada y la cúpula, representan La Sagrada Familia, salieron de la Casa Giral y Compañía de Barcelona; las losas del pavimento de la Casa Pastor y Compañía de Málaga.
Las campanas del taller de fundición de José Noruega, Madrid. Y qué decir del altar o retablo y las imágenes, que fueron creadas por el artista valenciano José María Lluch, quien también talló el decorado en relieve de la iglesia.
La Crónica Meridional del 18 de marzo de 1903, hizo una completa descripción de la ornamentación. Así, en el presbiterio, los paños de entrepilastras aparecían decorados imitando los paños carmesíes con bordados de oro.
Ornamentación de la Sagrada Familia
Sobre el zócalo, adornado de vistosos azulejos, a manera de tríptico, varios Ángeles sostenían en sus manos los atributos de la Misa. En el medio punto de la derecha del presbiterio, aparecen dos Ángeles que sostienen un pergamino con la inscripción «Illumina sucurre salva nos», y en el izquierdo, otra pintura análoga con la inscripción «Spes Summa Mortalium».
Sobre la cornisa aparecen dos medios puntos. En el de la izquierda, el Papa Pio IX empuña el timón de un barco, símbolo humanidad navegando por el mar de la vida. El sumo pontífice lo coloca bajo la protección de la Sagrada Familia.
En el medio punto de la derecha, León XIII dirige la palabra a los obreros, rodeado de los representantes de todas las órdenes de la Iglesia.
En la cúpula de la capilla, aparece un Ángel que sostiene un pergamino con las iniciales «A.M.D.G.» y alrededor de aquellos, otros grupos de alados seres que dirigen una plegaria a aquellas letras que simbolizan el lema de la Iglesia: de la frase en latín, “Ad maiorem Dei gloriam, (a la mayor gloria de Dios)”. En el altar las esculturas eran de tamaño natural y representaban a la Sagrada Familia.
Según la Causa General, la Capilla fue devastada durante le Guerra Civil y en ella se instaló la F.U.E. (Federación Universitaria Escolar, estudiantes republicanos).
En los últimos tiempos, se le tenía gran devoción popular a una talla de San Nicolás de Bari, y numerosos fieles realizaban en silencio la caminata de tres lunes para pedir gracias y favores tras realizar la oración. El Opus Dei, también utilizó la Capilla para los retiros mensuales de los hombres.
Rito bizantino
El 26 de octubre de 2008, concelebraron el ritual de dedicación del Templo a los católicos de rito bizantino Monseñor, Adolfo González Montes, el Obispo de Almería y Monseñor Virgil Bercea, Obispo de la Eparquía de Oradea Mare de la Iglesia Rumana Unida.
Parcialmente restaurado, se instaló según la tradición oriental un magnífico iconostasio, pieza de ebanistería en madera de tilo separador del Sacerdote con respecto a los feligreses en el sacro recinto, labrado por el Maestro Campean Nicolae, representando los misterios de Cristo y María.
Actualmente, también podemos contemplar iconos pertenecientes a los Santos Venerados en Oriente, que han salido de la mano del pintor eclesiástico afincado en nuestra tierra, Boz Cosmin Iuliu.
La talla de San Nicolás fue trasladada a la Catedral, donde de nuevo está expuesta al culto.