Cuando salí de Almería
Cuando salí de Almería
volví la cara llorando
por qué lo que más quería
detrás lo iba dejando……
Esta popular copla del maestro Valderrama, ligeramente modificada, nos las cantaba nuestra abuela, cuando venía a vernos a Barcelona. Ella era el cordón umbilical que nos unía a nuestra tierra.
Había sido guardabarreras y había trabajado en varios pasos a niveles de nuestra capital y en otros de la provincia, primero en Andaluces y luego en Renfe, también era hija de un Obrero de Vías y Obras y su madre, también fue guardabarreras.
Era analfabeta, pero tenía mucho oído musical, un fenómeno extraño, que curiosamente poseen algunos miembros de mi familia, del cual yo carezco.
Se sabía de memoria muchas coplas de nuestra tierra, algunos fandangos y serranas, aparte los entonaba muy bien, sabía cantar y nos amenizaba con sus coplillas, sobre todo en navidades, cantando villancicos y los campanilleros, versión Niña La Puebla.
Éxodo rural
Cuando salí de Almería, aún no había cumplido los catorce años, no fui consciente de que mi vida y la de mis cinco hermanos, iba a cambiar radicalmente.
Nos trasladamos a una ciudad del área metropolitana de Barcelona, Granollers, con un conurbio parecido a nuestra ciudad de entonces, ya que tenía otros municipios más pequeños como suburbios.
El ambiente era mucho más variado, lo que podemos llamar más cosmopolita, era al final de los años 70.
El ambiente de aquel barrio era parecido al de La Colonia de Los Ángeles, que era donde vivíamos, el cambio era, de ser gentes procedentes de los pueblos de Almería, las gentes que allí vivían procedían del éxodo rural que hubo en España desde los años cincuenta, hacía las zonas industriales.
Eran de toda Andalucía, Extremadura, Murcia y Galicia, aunque había manchegos, aragoneses y de otros lugares de España. Entre los andaluces, los almerienses éramos de los más numerosos, no hay que olvidar, que, en esa época, había más almerienses e hijos de Almería en Cataluña, que en nuestra propia provincia.
Debido, a que aquello era y es actualmente, aunque menos, una cuenca industrial, el nivel económico era muy superior a Almería, se notaba a todas luces, aunque a nosotros eso poco nos afectaba, ya que mi padre fue trasladado por su propia empresa, debido a un ascenso laboral, que aunque cobrar más, al haber un nivel vida superior, muy poco se notaba en la economía familiar, pero desde la percepción de mi padre, lógicamente, había más futuro laboral que en Almería.
Charnegos y lagañosos
Aunque sentía añoranza de mi tierra, de mi barrio y de mis amigos, estábamos como en casa, vivíamos en España, nadie cuestionaba nuestros orígenes, ni nuestra lengua, aunque no niego que me llamarán ocasionalmente, charnego y lagañoso.
Lo primero es como llaman los catalanes a los que no lo son, con un tizne racista y lo segundo, como despectivamente nos llaman a los almerienses, pero eso nunca erosiono mi orgullo de ser almeriense.
Una vez instalados allí, escolarizados y al poco ya integrados en el mercado laboral, conocí a la otra parte de las personas que vivían allí, no en los barrios obreros, hacinados en bloques de pisos, las típicas viviendas sociales o pisos humildes, mayormente familias con muchos hijos, los otros vivían en buenas casas, en el centro de la ciudad, en edificios con un estatus económico superior y en urbanizaciones, también en las zonas rurales, eran los autóctonos, los catalanes de toda la vida, que entre ellos hablaban en su lengua materna, en plena libertad y mantenían unas costumbres, aunque parecidas, algo diferentes.
Camino de vuelta
No me quiero extender largo y tendido, en hacer un análisis exhaustivo de lo que ha pasado en Cataluña y me ha traído de nuevo a mi tierra, dejando atrás una vida, la mía, pero gracias a trabajar en una empresa estatal, he podido hacer el camino de regreso.
Pero aquello ya no es la tierra de acogida, ni amable, ni atractiva culturalmente, al menos si te desenvuelves en español, ya no es ni educada, ni tolerante, tampoco de gente de paz y menos emprendedora.
Eso es pasado, forma parte de la historia de mi juventud y la de Cataluña, aunque no la quieran reconocer muchos sectores y medios subvencionados del dinero público, de nuestro dinero.
Aquello, gracias al poder local, se ha convertido en una dictadura. Solo debes de encender la televisión regional o leer sus periódicos, para darte cuenta que quieren domesticarnos. También lo notas cuando tratas con algún funcionario del Ayuntamiento o del gobierno autónomo o con las autoridades educativas de tus hijos, cuando vas al médico…
Y peor, cuando te identificas ante un policía, que si el agente es separatista, pareces sospechoso o parece que molestas. Cuando vas a la Cataluña profunda y te oyen hablar español, notas el rechazo, su intolerancia a tu diversidad y que te ninguneen o te estigmaticen ante cualquier evento, no eres bienvenido.
Almería es todo lo contrario a lo que he definido anteriormente, lo puedo corroborar en los 14 meses que llevo viviendo de nuevo en ella, donde nadie me conoce prácticamente y no me han preguntado de dónde vengo, es una sociedad abierta, tolerante y cosmopolita, de gente emprendedora, amable y educada.
Orgullo almeriense
Para mí, es un honor y un orgullo ser almeriense.
Por esto completo mi escrito con un poema, ya que tengo esta modesta afición.
Cuando migré desde Almería
he llevado una vida errante
pero portando siempre la alegría
al mirar siempre para adelante
En esta tierra quedo mi inocencia
seguirá volando por sus cielos
y en los sueños de mi existencia
por haberse roto tantos anhelos
Nacer pobre, siempre es complicado
te debes a tu innato talento
subsistiendo, pero sacrificado
desde tu génesis al último momento
y observas que todo ha cambiado
pero tu deber es seguir contento
Sigue leyendo Almería Is Different, donde compartimos lo que nos hace únicos