Canjáyar, un pasado marcado por la ‘uva de barco’ que recorrió el mundo
Conoce el fruto que impulsó la economía de este municipio a través de su museo abierto
Aunque Canjáyar disfrute de la fama por las almazaras de aceite actualmente, su pasado ha estado muy marcado por el cultivo y comercialización de la ‘uva de Ohanes’, ‘uva de barco’ o ‘uva de Almería’. Hace varias décadas esta conformaba el impulso económico del municipio. Las laderas del valle se hallaban cubiertas por un manto verde de parrales donde resaltaba el color oro característico de esta uva. Sin embargo, hoy en día no queda rastro de ella.
Aun así, los canjilones han querido recuperar la historia de este fruto que tanto supuso a los ciudadanos de Canjáyar durante los siglos XIX y gran parte del XX. Así, el Ayuntamiento ha puesto en marcha un itinerario que cruza el pueblo para rememorar estos tiempos. Con un recorrido de 128 metros y una elevación máxima de 636 metros, la ruta está marcada con placas cerámicas de tonalidad amarilla; el color de este fruto.
La propuesta cultural recoge así un total de 22 murales cerámicos distribuidos a lo largo y ancho del municipio. El itinerario comienza en el panel 15 (Acequia Exaltación de la Santa Cruz o Cauce de la Acequia gorda) en la calle Lisardo Carretero. Continuando en la calle General González junto al lavadero, con los paneles 19, 20, 21 y 22.
La placa más interesante es la que se encuentra en el edificio del Ayuntamiento. Una placa conmemorativa de la figura Juan de Cruz Esteban Sánchez, promotor de la obra que permitió el riego de grandes extensiones de tierra de secano.
La uva como impulsor económico
Los veteranos del pueblo aún recuerdan la agitada actividad de las barrilerías, el bullicio de los jornaleros, los almacenes repletos de este género, el ir y venir de los camiones que llevaban la uva a los rincones más insospechados del mundo. Aunque hoy solo queda el recuerdo. Pero qué recuerdo. El Ayuntamiento no quiere que caiga en el olvido, y por ello, ha plantado en el centro del pueblo, en la Plaza Nueva, un parral compuesto por seis variedades de uva. Así, estas actúan de pérgola improvisada para los duros días de verano.
La uva de barco era el recurso básico de todo el valle del Andarax. Un fruto que permitía su consumo hasta la Navidad, debido a la dureza de su piel. De este modo, sus productores disfrutaban de un período sin competencia, pues el resto de variedades ya se habían consumido. Además, no existían transportes frigoríficos y estas uvas eran las únicas que aguantaban los largos viajes hasta mercados bastantes lejanos.
Aunque en Canjáyar ya existen parrales de uva en el año 1860, no es hasta 1880-1890 cuando este fruto sufre una auténtica expansión por el valle. Su esplendor económico coincide con la llegada de la filoxera, una epidemia que acabaría con la mayoría de los parrales. La plaga es radicalizada y la uva resurge de sus cenizas repentinamente. Esto supone el crecimiento poblacional del municipio hasta los 3.800 habitantes, implicando las construcciones de viviendas para los burgueses de la zona.
Su comercialización guardaba una gran dependencia de los mercados internacionales, sometiéndose a una grave crisis cuando estos comenzaron a cerrar debido a la Primera y Segunda Guerra Mundial. Y, en especial, a causa de la Guerra Civil. Aunque pronto se recuperó de esta caída, pero sin alcanzar los niveles de producción que tuvieron lugar a principios de siglo.
A finales de los setenta el precio del fruto cayó ante otras variedades italianas e israelitas. Hecho que daría lugar al cierre de las industrias de barrilería y envasado. La Comunidad Europea, a finales de los ochenta, impulsó el comercio de los exportadores levantinos; dejando en el olvido los bancales de parras del pueblo vecino.
Crecimiento urbano y burguesía enriquecida
Mediante esta ruta podremos ver cómo el desarrollo económico que trajo la producción de la uva impulsó el crecimiento urbano y el ensanche burgués de Canjáyar. Tanto es así que los ciudadanos deciden trasladar el cementerio, ubicado en un solar dentro del casco urbano, a las afueras. La calle que propició este ensanche pasa a denominarse Calle de Santa Cruz y su centro lo conquistará la Plaza Nueva, urbanizada a finales del XIX.
Uno de los claros ejemplos de casas relacionadas con la burguesía lo constituye la Antigua Casa del Juzgado. Una vivienda unifamiliar de tres plantas con una decoración ostentosa en su fachada, que indica el prestigio social en la época. La vivienda plasma las tendencias de la arquitectura almeriense del momento: historicismo, proporción, simetría y clasicismo. Elementos representativos de las obras realizadas por los autores Trinidad Cuartara y Enrique López Rull.
Si quieres conocer más acerca de este municipio almeriense, echa un vistazo a la interesante historia de su Iglesia.