¿Por qué llevarte las conchas de la playa es malo para el ecosistema marino?

Los restos calcáreos de los moluscos pueden evitar la desaparición de miles de arrecifes

No lo niegues, somos así. Cuando el ser humano ve algo bueno, bonito y barato simplemente piensa en tenerlo bajo su posesión. Y más los almerienses, que recolectamos pitas de cualquier rincón de la provincia para decorar nuestras casas. ¿Y qué hay más bonito que un par de conchas de la playa que cogerá polvo en la estantería de tu casa? Pues muchas cosas.

El acto de llevarte conchas de la playa, que a simple vista parece ser inofensivo, se ha visto agravado en las últimas décadas con el aumento del turismo. Como en Almería, donde nuestras maravillosas playas son el principal atractivo turístico. Sigue leyendo y descubre porqué recolectar conchas mientras andamos por la orilla del mar está tan mal.

«Old Shells» de PINKE

Un ciclo de vida infinito

Las conchas marinas, además de evitar la desecación de las partes blandas de sus inquilinos, protegen a los mismos de depredadores externos. Están formadas por tres capas de carbonato cálcico, entre las que destaca el nácar o “madreperla”, tan utilizado en joyería y otros accesorios. Además, su crecimiento responde a las condiciones ambientales y la disponibilidad de alimento en el medio en el que se encuentran.

Sin embargo, que ya estén fuera del agua no quiere decir que su utilidad haya terminado. Los mejillones, ostras, almejas, caracolas y otras especies marinas necesitan carbonato de calcio para desarrollar sus conchas. ¿Y cómo lo consiguen? Con las conchas “muertas” que acaban erosionándose con el paso del tiempo.

Lamentablemente, el descenso de conchas de la playa por la incidencia humana impide que estos gasterópodos y otros moluscos puedan desplegar sus propias conchas. De hecho, las personas de más edad cuentan que antes existían conchas de mayor tamaño a las que podemos hallar en la actualidad o que antes la orilla estaba llena de coquinas.  

Pero estas especies no son las únicas que necesitan estas conchas sin dueño. Las aves también las utilizan para construir sus nidos. Los cangrejos ermitaños y otros peces también las aprovechan para protegerse, y las esponjas y algas para adherirse a ellas y vivir. Por otro lado, y curiosamente, existen algunas especies, como los pulpos, que las emplean como parte de su cortejo para llamar la atención de sus parejas.

Incidencia del cambio climático

Por otro lado, el cambio climático provoca también que los océanos sean cada vez más ácidos. El 25% de dióxido de carbono que es emitido a la atmósfera es absorbido por los océanos, una sustancia que en contacto con el agua se transforma en ácido. Así, las conchas cálcicas en contacto con el ácido se disuelven y acaban desapareciendo.

A su vez, la presencia de las conchas en el agua es fundamental, pues mantienen el pH de los océanos evitando su acidificación. Si este último fenómeno aumenta, se pone en peligro miles de arrecifes y, por ende, la vida marina de muchas especies.

Al fin y al cabo, es la pescadilla que se muerde la cola, pues la madre naturaleza siempre brinda residuos con una finalidad. Todo se aprovecha. Si quieres conocer otras prácticas que pueden perjudicar al medioambiente, mira las razones por las que apilar piedras es peligroso para los ecosistemas.

«Dosinia anus» de Bernard Spragg
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