John Carr fue un escritor de “viajes” que nació en el año 1772 en Devonshire. Tras comenzar sus estudios para formarse como abogado, decide dejarlos por razones de salud, emprendiendo la aventura de viajar por toda Europa. Fue así como publicó sus diarios de viaje. Aunque estos no gozaran de gran mérito literario, alcanzaron la fama rápidamente. Curiosamente Sir Carr pasó por rincones insospechados de España durante el año 1809, entre los que se encuentran los municipios de Vélez Rubio y Chirivel.
Comienza su viaje en Cúllar de Baza, desde donde alcanza el municipio de Chirivel, una zona calificada como tenebrosa por el mismo John Carr. Remarca la aridez del lugar al adentrarse ya en Vélez Rubio. La agricultura por aquel entonces era la principal fuente económica del lugar. “A la mañana siguiente, salimos a las cinco, y después de viajar sobre un camino de arena entre peñascos y la más absoluta aridez durante varias leguas, entramos en Vélez el Rubio, donde hay una posada grande, aunque poco animada. El pueblo es pobre y dedicado en gran medida a la agricultura”.
La alegría de ser inglés
Resalta la lealtad del culto de la Iglesia, que con agradecimiento recibía a los forasteros felicitándolos por su llegada. Parece ser que tuvieron una conversación acerca de su situación y de los deseos de protección por el bando inglés. “Les aseguramos que nuestros compatriotas, bajo las órdenes de su valiente jefe, Lord Wellington, estaban otra vez preparados para derramar su sangre para defender su causa, y que sólo deseaban librarles del yugo de Francia y que nosotros estábamos convencidos de que nuestro gobierno no intentaría cambios en su constitución”. Al escuchar estas palabras, la comisión de la Iglesia se retiró con entusiasmo dejando disfrutar a los ingleses del resto de la velada.
Sir John Carr se alegró de esta conversación pues así se aseguró de que no era confundido con un francés ya que, de lo contrario, los dueños de la posada arremeterían contra él. “[…] uno de ellos, blandiendo una de esas facas que llevan las clases más bajas declaró que, si lo hubiese sido, pronto encontraría su cuchillo el camino hacia mi corazón”.
Dio la casualidad de que dos viajeros ingleses se encontraban en el lugar al mismo momento que llegaron noticias de la batalla de Talavera. La gente mostraba alegría al escuchar las primicias que un cura y dos oficiales leían en voz alta sobre la batalla. “Una anciana le cogió el sombrero de la cabeza a uno de los ingleses, se lo puso y comenzó a marchar a su lado muy contenta”.
Fuente: Almería Dorada: relatos de viajeros de habla inglesa.