Las mascarillas, ese accesorio imprescindible sin el que no podemos salir de casa, se ha convertido en nuestro amigo y enemigo al mismo tiempo. Para unos más que para otros. Como el caso de Paula Viciana, una joven con asma que lleva ya un año sufriendo el desprecio de los que la califican como “niñata e inconsciente” por no llevar mascarilla.
Lo que para muchos puede ser una salvación, para otros se ha convertido en un tormento: personas con problemas respiratorios a los que les puede costar la vida el uso de la mascarilla. La situación se agrava aún más cuando a este suplicio se suma el martirio de las miradas y los comentarios de la gente. “No es nada fácil lidiar con esta situación. La gente siempre te mira raro”
“Eres una niñata”
Hace dos años y medio que Paula tuvo que tomar un nuevo rumbo en su vida. Una parada respiratoria que la dejó ingresada varios días hizo que la joven tuviera que empezar a medicarse para fortalecer su sistema inmunológico. “El no llevar mascarilla no me da miedo, entre comillas…obviamente nunca sabes cómo te puede afectar el COVID, pero al cuidar de mi sistema inmunológico, creo que estoy más preparada para hacer frente al virus. Aunque nunca se sabe”.
Aún así, Paula intentó desde un primer momento llevar mascarilla con su asma, pero, tras sufrir tres paradas respiratorias, dejó de intentarlo. “He tenido tres paradas respiratorias por llevar mascarilla. Y tampoco puedo medicarme para poder llevarla, porque me duelen los huesos. Lo paso muy mal. Si la tomo me duele todo el cuerpo, apenas puedo moverme”.
El repertorio de comentarios en público es variopinto. Que si es una niñata, que si solo piensa en ella, que no tiene miramiento, que va a contagiar a todos, que por culpa de gente como ella seguimos a día de hoy así. “Yo he roto a llorar en mitad de la calle unas cuantas veces por los comentarios que hacen cuando me ven sin mascarilla”.
Situaciones incómodas
Y como los comentarios, las anécdotas también son varias. “Recuerdo un día en especial”. Paula estaba en la calle esperando a su madre, sin caminar, quieta en un mismo punto todo el rato. Un señor que pasaba por su lado empezó a gritarle. “Tengo cáncer y no llevas mascarilla, podrías contagiarme y matarme”.
Ella, que siempre lleva el justificante encima, intentó explicarle qué le ocurría. Pero el señor llamó a la policía. En cuanto esta llegó comprobó el justificante y el altercado se quedó en un susto. “Aún así llevo siempre una mascarilla en el bolso, por si voy a algún lado en el que hay mucha gente, o si tengo es algún sitio cerrado…”