Con la llegada del mes de enero, un buen número de municipios almerienses se engalanan y visten de fiesta para festejar a dos Santos, Antón y Sebastián. De norte a sur y de este a oeste, se realizan diferentes ‘rituales’ cuyos inicios, en la mayoría de los casos, hay que buscarlos varios cientos de años atrás.
Como manda la tradición, la noche del 16 de enero, en numerosos rincones de Almería, se amontonará leña y maderas viejas que arderán como homenaje al santo protector de los animales. El casco histórico de la capital volverá a mostrar la bella imagen de La Alcazaba iluminada por las diferentes hogueras que a sus pies los vecinos alimentaran con restos de muebles viejos. Sin duda una excusa para reunirse y pasar un buen rato al calor de las llamas y con el sabor de ricos embutidos y vinos.
De la Alpujarra al Poniente
Igual ocurrió en la provincia. Por ejemplo en Padules, y tras la suelta de la ‘marranica’ por las calles del pueblo, para que algún valiente la pueda apresar, las llamas del’chisco’ de la plaza calentarán el frió ambiente de la noche alpujarreña, mientras que los vecinos darán, como cada año, buena cuenta de exquisitas viandas y ricos zurraches. Por cierto, en este pueblo y como fin de fiestas, el zurrache se somete a juicio de los mayores del lugar, que decidirán quién es el mejor productor de vino casero.
Los más jóvenes de El Ejido serán los encargados de prender la gran hoguera que los miembros de la Asociación Ajusa organizan en la explanada de San Agustín. Allí se reunirá todo el municipio para quitarse el frío y revivir la tradición, mientras que en Dalías, los vecinos competirán para comprobar qué barrio monta la mejor hoguera, la más grande y la más duradera.. Es la fiesta de los San Antones que saca a los dalienses a las calles de su pueblo, para que al calor de la lumbre disfruten de una excelente velada comiendo longaniza, morcilla y patatas y por supuesto animándose con algún que otro baile.
Cohetes, batallas y carretillas
En Fiñana, San Antón paseará por sus calles como inicio de unas fiestas que culminaran el día 20 cuando cientos de miles de cohetes iluminen la noche anunciando la salida de otro santo, San Sebastián. La imagen del Mártir, visitará cada uno de los hogares fiñaneros, y los vecinos lo celebrarán con rosas (palomitas de maíz), zaramandoña, dulces caseros y buen mosto.
La tradición, en los últimos años rescatada, manda que Moros y Cristianos batallen en las calles de Gérgal por la imagen de San Sebastián. Durante el fin de semana se sucederán las escenificaciones y pasacalles de las tropas. Y terminadas las batallas, todos, visitantes y vecinos, a comer buñuelos para despedir las celebraciones.
En Gádor, San Sebastián sabe a migas, las que se cocinan para amenizar gastronómicamente un fantástico día de campo en el que no faltan cucañas, juegos infantiles y verbenas. Mientras, en Cantoria y Olula del Río, las carretillas se apoderan del paisaje al caer la noche. Los vecinos se protegen con ropajes especiales y el olor a pólvora inunda la comarca.
La procesión de San Sebastián en Lubrín, es conocida como la ‘Fiesta del Pan’. Al paso del santo, le llueven roscas y panes desde los balcones. Una tradición centenaria que cada año congrega a más visitantes.
A estas celebraciones hay que sumar las que tendrán como escenario Cóbdar, Abla, Fondón, Níjar o Lúcar. Una muestra de la riqueza cultural de la provincia de Almería que se pone de manifiesto en San Antón y San Sebastián.