Después de conocer quién está al frente de la Escuela de Arte Dramático y Cine en Almería, hablamos con Mercedes Dato. Es una de las profesoras que formarán parte del nuevo curso que empezará el 1 de octubre.
La actriz y docente de Cieza, Murcia lleva más de 10 años dedicada a los escenarios. Conoce todos los detalles de sus clases y la parte más personal de una de las grandes del teatro en Almería y en Murcia.
- ¿Cuáles son las asignaturas que impartes en este próximo curso 2019-2020 en la Escuela de Arte Dramático y Cine de Almería?
«Clown, comedia del arte y Expresión corporal»
- ¿En qué consiste las clases de Clown?
«Normalmente divido la sesión en varias partes, una de calentamiento para poner el cuerpo a punto para el trabajo, desarrollo y explicación de la técnica (que toque ese día). Dominio de la técnica, por parte de los alumnos y dominio expresivo y comunicativo de esa técnica. Se hace a partir de improvisaciones y juegos teatrales.
La comedia es una técnica que exige una buena preparación física y concienciación corporal».
- ¿Tienes alguna favorita?
«No tengo ninguna favorita, aunque el clown sea mi especialidad. Las tres son necesarias para una formación completa del actor. El clown, porque elimina los prejuicios que nosotros mismos nos creamos.
La expresión corporal, nos enseña a darle a cada movimiento valor expresivo y a comunicar a través del cuerpo. Y la comedia del arte, nos ayuda a entender la comedia tal y como la conocemos hoy; el ritmo, el gag, personajes tipo, composición física».
Mercedes Dato, una actriz con una carrera de fondo
- Al terminar los estudios, ¿es fácil encontrar trabajo?
«Yo no me puedo quejar. Desde que terminé la carrera no he parado de trabajar. Siempre han estado relacionadas con las artes escénicas, dando formación, dirigiendo espectáculos, realizando cuentacuentos…
Porque en el teatro, nena, hay que saber hacer de todo, “desde coser un botón hasta poner un foco”, eso me dijo Don Antonio Morales, un gran profesor de la escuela, en mi primer año de carrera. Hay que ser constante y no desistir.
Es una carreara de fondo en la que no puedes parar, si es realmente lo que quieres hacer. No todas podemos ser Lola Herrera o Nuria Espert (grandes damas del teatro). Pero tiene que haber actrices, como yo y como muchas de mis compañeras, que llenemos salas pequeñas, salones de actos de colegios, plazas o parques y estemos al alcance de todos.
Porque al final nuestro oficio tiene el objetivo de contar, de transmitir algo que sólo ocurre en ese momento con una verdad absoluta. Por supuesto que la ilusión es fácil perderla, sobre todo porque la mayoría de veces no está pagado como debería.
A veces, es frustrante invertir tiempo y esfuerzo en algo que a veces no termina de salir. Pero cuando te subes al escenario, o das una clase, ves la emoción de los espectadores y se olvida todo».
- ¿Cómo está el sector actual?
«Complicado, pero siempre ha estado así. Quizás ahora, con las plataformas audiovisuales, se está dando más visibilidad al trabajo del actor y se pone más en valor.
El teatro parece que está viviendo un nuevo ciclo, aunque siempre está en continuo ciclo. Hay mucha gente que quiere contar cosas, cara a cara, del tu a tu, y eso, sólo lo podemos hacer con el teatro».
Algo vocacional
- ¿Por qué decides dedicarte al mundo del teatro?
«Porque sólo era feliz haciendo eso. Me he dedicado a muchas cosas en mi vida, en ninguna me completa tanto como esta».
- ¿Cuál es el lugar más lejano al que te ha llevado el mundo del cine y del teatro?
«Estuve en Puerto Rico, con la Escuela de Arte dramático, en el año 2007/2008. Luego, viví en Chile unos 6 meses, con un proyecto de teatro y dando clases de clown, en 2013. Fue una experiencia increíble».
- ¿Por qué has decidido ser profesora?
«Es algo vocacional, y además en mi familia son todos maestros. Supongo que ser profesor tiene parte de actor. En el sentido de la transmisión información, de trasladar conocimientos y llevarlos a la práctica.
Es muy gratificante ver cómo evolucionan y cómo son capaces de poner esa información al servicio del público. Sobre todo, en la técnica del clown, en la que el actor se muestra tal y cómo es, sin tapujos, con sus miserias y sus fracasos».
- ¿Cuáles son tus métodos de enseñanza?
«La principal consigna es la fe en uno mismo, y eso a veces no es fácil de conseguir. Trato de que mis clases sean como un laboratorio, en el que los alumnos/futuros actores, puedan atreverse, sin prejuicio. Que puedan jugar y equivocarse.
Es más, les pido a mis alumnos que lo hagan mal, porque si lo hicieran bien no aprenderían. El clown se nutre del fracaso y del error, para resurgir, más fracasado y más erróneo. Por tanto, es necesario crear espacios donde el alumno se sienta protegido y libre para que pueda sacar todo su potencial».
Futuras promesas del teatro
- ¿Qué aportan los alumnos y qué no aporta el escenario?
«No es algo comparable. Cuando doy una clase por primera vez, no duermo la noche de antes y siento nervios cinco minutos antes de empezar. Me acuden los demonios, y planteo si lo haré bien, si me van a entender, si voy a ser capaz de explicarles bien los contenidos…Y eso que llevo más de diez años en la enseñanza.
Lo mismo me pasa cuando me tengo que subir a un escenario. Me planteo; ¿le gustará al público, lo entenderá, será capaz de transmitir el mensaje que quiero?
Algunas sensaciones son distintas. Por ejemplo, cuando ves que un alumno ha comprendido la técnica y es capaz de ponerla al servicio del público. Ver que lo disfruta y que se siente libre haciéndolo, es muy gratificante.
De alguna manera yo he contribuido a que eso sea así. Cuando actúo, me permito jugar. Estoy presente en la escena, sólo importa lo que está ocurriendo en ese momento, la sensación de libertad es tan brutal, que hasta da miedo. Ese acto mágico no es comparable a ninguna otra cosa».