Hace unos días, por esas causalidades que uno ya sabe que no lo son tanto, en la redes me saltó un concierto en un sitio que en su día vi en la tv pero se pasan y no vas… Ese lugar se llama Almunya del Sur. Es un jardín botánico en medio de los invernaderos de El Ejido y sin duda , no me lo pensé, dije esta vez no dejo que se olvide y un domingo de levante y mucho calor, me cargue de valor para salir de casa con la que cae en verano en Almeria y me fui en direccion Balerma a ver que tal era eso que intuía diferente.
Puff qué calor hace, 34 grados… domingo… en medio de invernaderos… 17.00 h. de la tarde… no hay nadie. Aparco y me acerco con timidez hacia la puerta porque desde fuera ves una bonita casa y las copas de muchos árboles.
¡Qué ganas de entrar! Primero por el calor y segundo porque algo me dice que me va a gustar.
Tocas y de repente entras en literalmente un oasis de paz y vida. Una vida que brota por cada rincón. Miles de formas de vida y años de evolución ahí, interactuando entre ellas de forma armónica y con la ayuda de dos humanos maravillosos que te acompañan en una experiencia realmente única y colaboran para que tantas especies respeten los espacios de las otras porque sí… Nuestros “problemas” humanos con los espacios y territorios quizá no sean tan humanos como creemos, ya que el formato de vida lleva millones de años funcionando con una coherencia mucho mas grande que la perspectiva humana, tan humana, emotiva pero tan corta de miras en relación a algo que realmente nos contiene a todos: la Tierra.
Bueno, quisiera hablaros de Manu y Carlos, impulsores de la Almunya del Sur, que te hacen sentir como en casa, completamente integrados en esa armonía tranquila que percibes nada mas pasar ese portón que recuerda a los patios de nuestras abuelas. El lugar es maravilloso pero porque ellos te acompañan, muestran y comparten su pasión por las plantas y su sensibilidad se respira por cada rincón del jardín.
Microclima refrescante
He de decir que yo me perdí durante dos horas por sus muchos rincones que te hacen viajar por los cinco continentes… Es choque enorme para los sentidos… olores, sonidos, colores, texturas, luces… y aunque en el exterior el termómetro marcaba 34 grados aquí no superabas los 23-24… sí sí, un verdadero oasis rodeeado de hectáreas de plástico y silencio.
Además de la visita, te invitan a probar una rica bebida elaborada con los frutos de algunos de sus árboles… en una plaza donde este que escribe espera ver un concierto pronto o en un pequeño rincón Árabe-Andalusí, que te llevan a otra época y lugar. Tenéis que estar ahi, ya me contaréis que sentís.
Pasan dos horas y media… el sol empieza a bajar su intensidad y yo, honestamente, estoy abrumado… silencioso… Manu se acerca y comentamos mi sorpresa, mi agradecimiento por compartir con todos semejante ejemplo de lo que hace la naturaleza entre tanto plástico y también por su cariño con cada uno de los muchos visitantes que llegamos y nos marchamos con la boca abierta.
Ahí surge la invitación para grabar este maravilloso lugar en sus distintas estaciones y una mañana muy temprano tuve la suerte de amanecer aquí… Espero que disfrutes el vídeo y por supuesto vayas a conocer el Jardín de la Almunya del Sur porque es muy DIFERENTE.
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