Suena el teléfono. Es alguien de Ilustres Ignorantes. Una catarata de alegría y sudor frío recorre tu cuerpo. Otra vez a Ilustres. Otra vez a morir de risa con Colubi, a quedarte petrificado cada vez que el Maestro Cansado abra la boca, a quedarte hipnotizado con la rapidez mental de Coronas.
Pero también otra vez a saltar al vacío. A escuchar carcajadas o el más sepulcral de los silencios. Otra vez a acertar o fallar. A ver bolas del desierto.
Nunca se me dio bien la improvisación. “No hace falta que lo jures”. Cállate. Estoy hablando yo.
Bendición y putada
Que te llamen de Ilustres Ignorantes, para un tío como yo, es una bendición y una putada. La intención del programa no es que vayas a lucirte ni nada de eso. Es un juego estúpido que busca la risa tonta de la forma más inteligente. Ya el título no puede ser mejor. “Llamemos a famosos y amigos para que vengan a pasar un buen rato. A que se rían con y de ellos”. A ese planteamiento es imposible resistirse. Juguemos.
No importa una mierda por qué eres conocido. Ni importa que no te conozcan ni en tu casa a la hora de comer. Te llaman a ti porque a alguno de los tres le ha salido de los cojones. Para añadir surrealismo al asunto, puedes encontrarte con que el otro invitado sea alguien como María Teresa Campos, una modelo o el hombre del tiempo. ¿Algún filtro? Sí. No invitan a los políticos. Ya está bien, ¿no? Les tenemos hasta en la sopa. Solo falta que los líderes de los veinte partidos que aspiran a ganar las próximas elecciones protagonicen las producciones del canal adulto de Movistar.
El próximo martes emiten mi último ‘Ilustres’ junto a la bellísima artista multidisciplinar Nya de la Rubia. Una gran oportunidad para mis fans de reírse con y de mí.