Ubicado en el término municipal de Níjar hallamos el Embalse o Pantano de Isabel II. Juan Carlos Bonil, amante del mundo del motor y de la naturaleza de Almería, nos acerca hoy la historia de este embalse, así como recomienda una ruta para los más curiosos. Inaugurado en el año 1850, el pantano toma el nombre de la Reina tras un Real Decreto que autorizaba que esta construcción fuera bautizada con el nombre de la soberana del momento. Aunque la monarca no asistiera finalmente a la inauguración oficial de esta construcción.
El pantano fue construido por la Compañía del Pantano de Níjar. Jerónimo Ros, proyectista del pantano, fue quien planteó este inmenso muro de contención de agua entre dos montes cruzando la Rambla de Carrizalejo. La piedra caliza de las canteras de alrededor protagoniza la construcción.
Por aquel momento su objetivo principal era regar los cultivos del campo de Níjar y alrededores, pero resultó ser un fracaso por los fallos en los cálculos que sus constructores habían planteado. No solo el agua de lluvia caía hasta llegar al pantano, también lo hacían desechos de la zona y otros materiales que acabaron formando barro. Un lodazal que impidió el uso para el que fue construido en un primer momento.
Ruta al pantano
El Embalse de Isabel II se encuentra ubicado a unos 6 kilómetros de la localidad de Níjar, a los pies de sierra Alhamilla, en el cauce de la Rambla del Carrizalejo.
Para llegar hasta él desde el mismo pueblo deberás coger la carretera nacional AL-103 que une Níjar con el municipio de Lucainena de Las Torres. Una vez que se llega a la Rambla, hay que bajar por esta 1 kilómetro aproximadamente, hasta que se llega a la presa. Es un camino bastante fácil, aunque eso no quiere decir que debamos tener cuidado por donde pisamos. A pesar del paso del tiempo, los desechos siguen “adornando” la zona.
Además, cuando vas llegando al pantano, el acceso por la rambla se complica, debido al barro acumulado, debiéndote hacer camino a través de este. Cuando subas a la presa podrás apreciar la inmensidad del pantano. Aquí es donde disfrutarás de las vistas del cauce seco de la rambla.
Juan Carlos subraya el carácter inhóspito del lugar. “Cuando bajas por la rambla apenas se ve rastro de vida alguna. No se escucha casi nada más que el viento y las chicharras de la rambla. Te encuentras muy solo allí ya que apenas van visitantes y existe poca señalización para llegar hasta él. Su nula conservación y deterioro es lo que más me impresionó ya que es una gran obra industrial de la provincia de Almería olvidada en el tiempo”.
Casi en ruinas
Ahora mismo, según indica Juan Carlos, el pantano en su interior es un lodazal lleno de grandes arbustos y cañaverales. Un lugar que apenas conserva agua. “Se encuentra en un pésimo estado de conservación, mucha de su estructura se encuentra en ruinas y cayéndose. Podemos encontrar en el final de la rambla uno de los pueblos abandonados de Almería llamado Los Tristanes, que se encuentra en ruinas, y algunas casas de los constructores del pantano en estado de abandono también”.