Viaje al pasado por el ‘Camino Viejo’ de Almería

Es una antigua ruta romana que llegaba hasta la actual Málaga y que dejó de usarse activamente hace 139 años

El llamado ‘Camino Viejo’ unía la ciudad de Almería con los pueblos del Poniente y Málaga. Fue una vía de comunicación constatada gracias al testimonio que nos dejaron los Itinerarios de Antonino, en los que se dice que entre los conventos de Urci y Turaniana existía un camino romano o incluso prerromano.

La ruta fue ensanchada en el siglo XVIII para carruajes y animales de carga, pero fue abandona cuando se abrió la carretera del Cañarete en 1881. En otras palabras, hace 139 años que el camino para llegar a Almería ciudad fue sustituido por la carretera del Cañarete, de ahí a su apodo de ‘Camino Viejo’.

En este post os mostramos solo una pequeña parte de lo que fue un camino transitado y habitado en muchos puntos como, por ejemplo, por las cuevas de la Chanca.

Las cuevas de La Chanca. Foto. A. Márquez
Interior de una cueva que sigue en pie. Foto. A. Márquez

Inicio del camino

La ruta del Camino Viejo de Almería la arrancamos desde el final del parque situado frente al Puerto Pesquero. Antiguamente estaba ubicada la nave de piensos ‘La Foca’, demolida en el año 2014 para ganar una nueva zona verde para paseo y disfrute de quien llega a Almería desde la Autovía del Cañarete. Actualmente esta zona se encuentra deteriorada, llena de excrementos y basura.

Subimos unas escaleras un poco dejadas por su limpieza y enseguida llegamos a los restos de las únicas cuevas que aún perduran en La Chanca. Inmortalizadas por el fotógrafo Pérez Siquier y los pintores Indalianos. Hace tiempo que dejaron de servir de humilde morada a pescadores, jornaleros y peones. Aún podemos ver restos de cal azul, verde y turquesa, en algunas de las cavidades que siguen en pie.

Empezamos a caminar por un camino sin asfaltar de tierra, grava y piedra. Entre la flora salvaje y los cardos borriqueros que hay por medio del camino, divisamos una torre de ladrillo rojo y base cuadrada fuera del camino. Era la fundición de plomo de Santo Tomás, de la conocida malagueña Familia Heredia. Estos restos están protegidos al ser considerados Patrimonio Histórico Andaluz.

También persisten las chimeneas por las que se evacuaban los humos tóxicos de las fundiciones de Pescadería. Tenían galerías de condensación que concentraban el óxido de plomo que recogían los jóvenes obreros.

Hay que tener cuidado con el muro del ‘Camino Viejo’ tiene un muro de mampostería que en algún tramo ha desaparecido por completo o ha sido desgastado por los temporales de lluvia y el paso del tiempo.

Inicio del ‘Camino Viejo’ de Almería de tierra y piedras. Foto. A. Márquez
Vistas desde uno de los huecos del muro del camino. Foto. A. Márquez

Parada en el fielato

Entre las antiguas chimeneas, llama la atención una torre en medio del camino. Es conocida como la ‘Torre del fielato’, hoy en día sería los más parecido a un peaje obligatorio para pasar de un lugar a otro. En su interior hay un tranco de piedra que servía de asiento al recaudador de tasas y arbitrios. De modo todo comerciante que quisiera pasar por ese camino, debía de parar en la torre.  Tenían solo la opción de pagar por el peso de la mercancía a la vez que se controlaba su estado sanitario.

A poco menos de 50 metros damos un salto en la historia. En una pequeña explanada al borde del acantilado son visibles cuatro bases de una batería de la Guerra Civil. Con un cañón de 105 que protegía el Puerto de ataques aéreos y terrestres.

Al doblar la curva, dejando atrás las baterías y un pequeño polvorín, nos desviamos para subir por un pequeño camino hasta lo que queda de la base de un cable aéreo. Desde las canteras de piedra se bajaban los grandes bloques de rocas con gruesos cables de acero.

Torre del fielato. Foto. A. Márquez
Interior de la torre. Foto. A. Márquez

Las viejas canteras

Antes de proseguir la marcha por el ‘Viejo camino’ hacia la parte baja de las canteras de piedra, encontramos un desvío estrecho, casi inadvertido, a la derecha de la ruta. Ese camino al borde de los acantilados conduce hasta la parte alta de las canteras, justo en frente de las que encontramos si seguimos el camino viejo.  Una zona espectacular por sus escalones tallados en la piedra, pero arriesgado. No es recomendable para quien padezca de vértigo o ataques de pánico.

Continuando la marcha unos metros más, por fin llegamos a la parte superior de la cantera del Puerto o de Bayyana. Allí los canteros suministraban los grandes bloques calcáreos para levantar el dique de Poniente y la escollera. Si nos asomamos con cuidado desde arriba se ve el hueco del montacargas, la caseta de la maquinaria y algunos bloques cortados en la piedra a base de barrena, cuñas y cinceles.

El camino de vuelta es mucho más rápido pues tan solo nos detenemos a contemplar las maravillosas vistas de la Bahía de Almería, del puerto y de los pesqueros que regresan de faenar en los bancos de peces.

Por último, echamos un vistazo a la Alcazaba, bajamos de nuevo las escaleras y regresamos al coche oliendo a romero y adelfas

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