Almería se difumina, desaparece a diario, casi no existe para los hombres y mujeres del tiempo que salen en todas las cadenas de televisión. Ya ocurría en blanco y negro cuando aún estaba Franco y después, mucho después, hasta hoy. Recuerdo que los hermanos Medina la mencionaban tan poco que cuando lo hacían se celebraba aquí como un gol de Pirri. La Voz de Almería de entonces lo denunciaba: «Almería no aparece, no es siquiera mencionada aunque en toda España estuviera diluviando y aquí disfrutáramos al mismo tiempo de un sol como el de Portocarrero«. A Mariano Medina no le teníamos rencor los almerienses, porque parecía un entrañable abuelito con aquellas gafas. No era los mismo con su hermano Fernando o con Eugenio Martín, que con aquellos bigotes parecían que te iban a mandar a hacer flexiones en el patio al ritmo del Cara al Sol.
No ha habido transición para Almería en el servicio climatológico televisivo. Por mucho que hayamos pasado de las isobaras dibujadas sobre un cartón a los enormes mapas digitales infográficos, nos hemos quedado como estábamos hace 50 años, perdidos en el mapa del tiempo. Los cambios tecnológicos no han sido para mejor; por muy grandes que sean siempre estará un nervioso Roberto Brasero o una ceñida Hirma González que tape la silueta de nuestra querida Almería.
¿Qué tiene Almería para que no exista para los hombres y mujeres del tiempo de todas las cadenas? A priori, el que tenga su Cabo de Gata en la esquina de España debería significar algo. ¡Somos como una esquina oficial, a tener en cuenta y bien visible! Pues no.
Todos los días en la tele
En el relato diario del clima y de su previsión para el día y días siguientes, todas las cadenas, desde TVE y Antena 3 hasta Telecinco y La Sexta comienzan por Galicia, como si fuera la tierra de Julio Iglesias la entrada a España de todo el clima posible. Y en cierta forma lo es, pues el «viruje» habla inglés y trae aroma de bacalao islandés. Ya iniciado el pronóstico televisivo del clima, este continúa de izquierda a derecha, como en la lectura: el experto recorre toda la franja cantábrica hasta Navarra, sigue por Aragón hasta Cataluña y comienza desde Gerona a bajar el Mediterráneo.
Llegado a la tierra del ‘exilado’ Puigdemont, el tiempo aquí es muy distinto al del inicio del recorrido. Gerona y Barcelona son Mediterráneo, lo más al norte del Mediterráneo español. Los Toharía de hoy comienzan entonces a bajar el Mediterráneo, destacando la bondad de la zona. El pronóstico de TVE es el más detallado, lleno de capitales y ciudades grandes en cada provincia.
De norte a sur, todos esperamos llegar a Almería, el Mediterráneo más al sur, el más al este, el sureste puro, el extremo opuesto a Galicia, el más alejado a la entrada de la mayoría de las borrascas del Atlántico. Tarragona, Valencia, Alicante…cada provincia más al sur es más cálida y tiene un sol más resplandeciente sobre su mapa. Nos acercamos a nuestra vecina del norte, sale Murcia con sus nombres y soles encima, la mitad norte de nuestra provincia se ve pero sin nada encima, en blanco… y de repente, ¡ale hop! la persona que retransmite los soles, que están a un palmo de Pulpí y Vera, da un salto directo al frío asegurado de León, al frío de Burgos, a Castilla-León. ¡Almería ha desaparecido del Mediterráneo!
Comienza entonces desde el norte una segunda ronda viajera del pronóstico meteorológico, pero esta vez el recorrido cae a plomo de norte a sur, el viaje por el mapa no acompaña la realidad de cómo se mueven las borrascas ni los anticiclones ni el viento. Ni las nubes ni las tormentas ni el viento se mueven por España verticalmente de norte a sur. Pero por alguna razón, los responsables del tiempo van bajando de Castilla León y Madrid a Extremadura y Castilla-La Mancha. Y de ésta llegan a Andalucía, como si esta fuera una, ancha, y libre. Al hablar del «clima de Andalucía» y hacerlo así, llegando de norte a sur, destacan las marismas atlánticas y de Guadalquivir más que el alejado Mediterráneo, es un pronóstico más de serranía y latifundio que de invernadero.
Andalucía: una, grande y ancha
Por alguna razón hay que hablar del clima “en Andalucía”, así a todo lo que da el ‘aceituneros altivos’. Y, para ello, el Montes de Oca de turno se coloca a la derecha para que se vea la “Andalucía, Andalucía” con sus torres de Hércules. ¡El culo del hombre del tiempo tapa el Cabo de Gata! Eso es sacrificio un día como el 28-F. ¡No se ve Almería! La sacrifica para que se vea la “Andalucía, Andalucía”…es decir, Sevilla, el Rocío, esa Cái, su Málaga internacional y todo lo demás, menos Almería.
El tiempo entra en Andalucía como hace el AVE de Curro, desde Madrid hasta Sevilla. Se da una imagen falseada del tiempo de Andalucía y, por el camino, se sacrifica Almería. Sevilla va a tener la mayoría de las veces mejor tiempo que Burgos, sin duda. Málaga mucho mejor que Sevilla, sin duda. ¿Para qué más? Si toda Andalucía está nublada y tendrá lluvia, ¿qué importa citar Almería donde lucirá el sol? ¡Es solo Almería! Es una esquinita lejana de Sevilla que no va a chafarnos el pronóstico general para toda la autonomía: “Lloverá en Andalucía”.
Almería sigue desaparecida para los hombres y las mujeres del tiempo porque no se le nombra en los pronósticos meteorológicos de todas las cadenas televisivas. Ese nuevo recorrido acientífico potencia este error y Almería cuando está lo hace anónima bajo distintos pseudónimos: «el Mediterráneo oriental, el sureste, más al sur, el levante…en Andalucía oriental”. Almería sale perjudicada en todos los pronósticos debido a la deformación política que ha aceptado la comunicación meteorológica. Se aceptan las autonomías como si fueran una categoría climatológica, como si las borrascas supieran de estatus y cogobernanzas. Y no lo son. Apenas nos llega el correntín diario que por Huelva y Cádiz entra hasta el Valle del Guadalquivir, y solo cuando el viento es más fuerte del sur puede llegar hasta aquí con o sin lluvia.
No pueden con nosotros
Almería es como la aldea de Astérix en el mapa del tiempo a diario. No pueden con nosotros aunque nos ignoren a diario. La mayoría de las veces no nos llegan las borrascas del noroeste, desde Galicia y Portugal porque se van desinflando a su paso por la ancha Castilla. Cuando llegan del sur, tampoco. Sierra Nevada frena las nubes. He vivido en el corazón occidental de Andalucía y allí no saben lo montañosa que es nuestra provincia. Cualquiera que coge el coche y se adentra en Abla y Fiñana, o tras los Filabres sabe que cambiará el tiempo. Todo esto se ignora y así se deforma el tiempo.
Nuestro clima propio almeriense, que no andaluz, significa también empleo para la provincia, para el turismo y para los nuevos residentes. Si yo fuera político, hace tiempo que habría escrito una carta de forma oficial a todos y cada uno de los servicios del tiempo explicando esto y reclamando que no nos quiten nuestra esencia mediterránea pegaditos debajo de Murcia. Si ya el 28 de febrero de 1980 lo dijimos en el aspecto político-administrativo, ahora deberíamos volver a decirlo hablando de nuestro clima: somos el sur más sur del siempre cálido Mediterráneo, no el este u oriente anónimos de una falsificada Andalucía atlántica y lluviosa.