Todos los días tenemos la oportunidad de escuchar una nueva canción, una playlist actualizada o descubrir un artista emergente, pero no todo lo que escuchamos nos marca y supone un antes y un después a la hora de recibir nueva música. Son pocos los artistas que nos “tocan la patata” y nos cambian para siempre nuestra forma de vivir nuevas melodías. En Almería is Different hemos querido revisar los álbumes que dejaron huella en la vida y la trayectoria musical de nuestros artistas almerienses. Hoy Carlos Arroniz, cantante de Wi Bouz, ha escogido 10 discos que han influido o marcado su carrera como artista. Aunque la lista sería interminable esta selección pretende ser un repaso por la historia de la música de su vida.
Su infancia musical
Solo podías escuchar lo que tenías en la estantería, lo que tus manos podían palpar, lo más digital que existía era el Casio F91-W, donde uno de los botones “daba una luz amarilla de flipar”. “Recuerdo que mi primer despegue sin alas ni cuerpo a través del espacio fue en la alcoba de mi abuela, al ritmo de un reloj de péndulo y siendo observado un par de cristos. Fernando Raya se olvidó un Walkman con una cinta dentro”, confiesa Carlos
Era ‘History’ de Michael Jackson, Carlos tenía 11 años, y no lo pudo escuchar entero porque cuando le dio al play comenzó ‘Earth Song’. Al terminar la canción: rebobinar + play, rebobinar + play, así un millón de veces hasta que se hizo de noche. Rebobinar + play y terminó las pilas.
Un año después, en 1996, y perdiendo tazos en un frio suelo de mármol, la casa de Miguel Ángel Berenguel vibraba al ritmo de ‘What´s The Story Morning Glory’ de Oasis. “Yo aún tenía orejas de ternero lechal. pero fue el primer disco integro que me llego directo al corazón de principio a fin, sin entender ni una sola palabra de lo que estaban diciendo”. “La música es un lenguaje universal”, resume Carlos.
Rompe la hucha
El segundo disco se lo regalaron sus padres el verano del 97. Él estaba veraneando en el Star Building y, por las noches, entre ola y ola y oliendo a mar, escuchaba ‘Tragic Kindom’ de No Doubt en un discman recién estrenado.
“Los detalles que me empezaban a llamar la atención de sus canciones eran los puentes que ocurrían entre los segundos y los terceros estribillos. También recuerdo que el final del disco me aterrorizaba porque formaba en mi cabeza imágenes de payasos riendo ensangrentados. Aun así, me agarraba bien a las sabanas y, con el cuerpo en tensión, lo escuchaba hasta el último segundo”, narra Carlos. Esas estructuras musicales de puentes entre estribillos le persiguen hasta el día de hoy, y algunas de las canciones de Wi Bouz están estructuradas de esa forma.
“[…] Impresionante, el disco del año con un sonido jamás antes escuchado […]” fueron algunas de las palabras con las que Joaquín Luqui, definió a ‘Blur’. Justo después pinchó el tema ‘Beetlebum’ y 30 segundos después de que terminase la canción Carlos fue a su hucha y bajó a la tienda de discos que estaba en la calle Hermanos Pinzón para comprarse con sus primeros ahorros su primer disco. “Después descubrí que ese tema era el preámbulo de una pieza de arte de la época y escuchándolo hoy lo podría pensar como una obra de Radiohead de 8 Bits”, afirma Carlos de Wi Bouz.
Nuevos tiempos
Comenzó para Carlos la era digital con Napster, dónde te bajabas una canción a 25 Kbps y en este punto, con 15 años, descubrió ‘Unplugged in New York’ de Nirvana. Con ese disco empezó una transición hacia grupos más duros como System Of a Down, Deftones o Smashing Pumpkins. Estaba empezando a descubrir la rabia en las canciones de personas que se convertirían en ídolos posteriormente.
En esa transición hacia la rudeza musical, con 17 años escuchó ‘Master Of Puppets’ de Metallica, una oda a la libertad, la rabia y la rebelión que se materializaban en cabezazos, pogos, escupitajos, gritos, y heavy metal en general. Era otra manera de componer donde ser más rápido era más molón. “Conocí a la figura de Lars Ulrich y empecé a tocar la batería sobre cojines con lápices de manera bastante intuitiva y acertada. Después de Metálica, seguí mi camino con grupos como Stratovarius o Helloween”.
Época universitaria
En 2003, ya en la universidad, conoció a Carlos y Agustín Morcillo de la Cruz. Vivían en una vivienda unifamiliar en Boadilla del Monte y tenían un estudio de grabación en casa. Carlos recorría andando los cinco kilómetros de distancia que había desde Villaviciosa de Odón. Tardaba alrededor de una hora, pero los autobuses eran muy lentos y no quería desperdiciar ni un minuto. Allí perdió dos años de arquitectura, pero comenzó su interés por la composición musical con ‘Grace’ de Jeff Buckley. “Solo puedo decir que si compongo canciones es por este disco, y creo que decir eso ya es decir suficiente”, confiesa.
Disminuyó su interés por el virtuosismo y la rapidez, y comenzó la búsqueda de la nota correcta en el sitio exacto. Lo hizo con Led Zeppelin, The Doors, The Who, The Beatles, The Rolling Stones, Michael Jackson, Stevie Wonder o The Raconteurs.
Ya con 21, descubrió ‘Ok Computer’ que fue para él una continuación de ‘Jeff Buckley’ y representó lo intelectual y emocional a la vez. Lo exquisito, la evolución de personas sin techo artístico, cuya propuesta a lo largo de sus carreras le han hecho agudizar el oído, y le han aportado multitud de ideas rítmicas, sonoras y melódicas. Paralelamente se unieron a su vida Muse, Dave Mathews, Sigur Ros, Kimbra o Björk
El mejor concierto de su vida
‘Ten’ y el ‘Vs’ son para Carlos los dos discos de Pearl Jam que le acompañaron en todas las entregas que realizó en la carrera junto a su amigo Ernesto Pérez. Con ellos volvió el Grunge, aunque en este caso la rabia estaba más canalizada hacia la textura y la contundencia, no tanto en el virtuosismo. “Eddie y su voz son historia viva de la música y en el Mad Cool ofreció el mejor concierto que yo he vivido jamás, la vida se me queda corta para agradecerle ese concierto a Pearl Jam”, recuerda.
Por esa época también viajaba con Neil Young, Stone Temple Pilots, Soundgarden, Alt-J, Asaf Avidan, Zero 7, Ben Howard o Glen Handsard. Lamenta muchísimo no haber descubierto la progresión y la psicodelia de ‘Wish You Were Here’ hasta 2009. Este disco continuo fue otra intrusión hacia el espacio infinito parecida a la que sufrió con 11 años. Para Carlos es la mejor apertura de disco que ha escuchado hasta la fecha, es por eso que sigue siendo fuente de inspiración de la música que hoy compone. En un futuro cercano espera poder grabar una pieza de arte continua como lo hicieron Pink Floyd en el año 1975.
Solo ve directos
“Los mejores músicos del SXXI eran, a mi parecer, Jack White, Dave Grohl y Josh Homme. Lamentablemente, en 2013, ‘Like ClockWork’ no tuvo respuesta por parte de los otros dos. Ya que Jack sacó ‘Boarding House Reach’, un disco que no he terminado de entender, y Dave no ha seguido colaborando con Them Crooked Vultures ni Queens of the Stone Age. Los Foo Fighters no son lo mío”, declara.
Así, este álbum y todos los de Queens of the Stone Age, son clases magistrales de composición: “olvídate de ir a clases, solo tienes que escucharlos y entender, tanto las estructuras, como lo que pasa en cada una de las partes”. Actualmente es su principal influencia ya que afirma que de un riff de Josh puede sacar 4 canciones distintas cuando trabaja en canciones para Wi Bouz.
“Aunque he hablado de discos, realmente son las discografías de las bandas que aquí menciono, y tantas otras, los que me han marcado como músico”. Actualmente solo ve directos y escucha los discos a través de esos directos. Le resulta muy útil para ver las puestas en escena, evoluciones de las canciones del disco al directo, localizar problemas que ocurren en el escenario y cómo se solucionan. En definitiva, descubrir nuevas bandas que le aporten valor a su proyecto: Wi bouz.